miércoles, 26 de septiembre de 2007

Edimburgo y la teoría del pañuelo sucio


Mi viaje del pasado fin de semana a Edimburgo para ver el Escocia-Nueva Zelanda del Mundial de Rugby me ha servido, entre otras cosas, para ratificarme una vez más en la vigencia de una de mis teorías favoritas, a la que en alguna ocasión ya he recurrido en este blog: el Mundo es un pañuelo, sucio, pero un pañuelo.
Los dos ejemplos que voy a describir la ejemplifican perfectamente.
1.- En el hotel en el que me alojo me encuentro con cuatro pacenses, veteranos jugadores de rugby, que siguen reuniéndose para celebrar competiciones con rivales de Cáceres, de Andalucía, de varios lugares de Portugal, etc. Sus nombres son Rafael, Elías, Marco y Jose. En el estadio de Murrayfield ocupan una filas más atrás de mi localidad, en la zona sur del campo. Una vez finalizado el partido, salimos juntos y quedamos en acercarnos a uno de los pubs cercanos. Mientras vamos andando hablo con Rafael de nuestras ocupaciones profesionales y en ese momento, una vez que le explico, sin mencionar el nombre de la empresa en la que trabajo, el tipo de ocupación que tengo y lo que solemos hacer, me comenta que hace un tiempo a él le entrevistaron en una empresa similar para ver si se incorporaba a la misma. Le pregunto el nombre de la empresa y me dice que se trataba de e-Cultura. ¡Atiza!. Nos quedamos los dos de pasta de boniato cuando le comento que ahí es dónde estoy trabajando ahora mismo.
2.- Domingo 23 de septiembre alrededor del mediodía. Voy paseando por la denominada Milla Dorada de Edimburgo, que transcurre entre el Palacio de Hollyrod y el Castillo que domina toda la ciudad. Entro en uno de los muchos pubs, abarrotados a esas horas de seguidores de Escocia y Nueva Zelanda. Me pido media pinta de Velvet y mientras me la tomo observo en una esquina de la barra a un grupo hablando en castellano, que parecen tener algún problema para conseguir que el camarero entienda su demanda de un botellín de cerveza. Les comento que en Escocia lo de los botellines es un poco complicado. Nos saludamos, preguntamos por nuestros respectivos lugares de procedencia y, ¡nueva sorpresa!. Él es de Cáceres y su mujer de Badajoz. Él es el ex-presidente de la Federación Extremeña de Rugby y aprovecha para enseñarme, lleno de orgullo, la fotografía que se acaban de hacer con una de las figuras actuales de Nueva Zelanda, Joe Rokocoko, al que se acaban de encontrar nada más bajarse del coche.

Si estos ejemplos no ilustran la teoría del pañuelo, que venga Pazuzu y lo vea.

domingo, 23 de septiembre de 2007

El rugby es otro mundo

Lo prometido es deuda. Son las 22.50, hora escocesa, y estoy al teclado para dar cuenta de algunas de las sensaciones que he vivido esta tarde en Murrayfield, antes, durante y al finalizar el partido de la Copa del Mundo de Rugby entre Escocia y Nueva Zelanda.
Lo primero que tengo que decir es que esto es otra cosa. Para empezar, la gente acude al campo de fiesta, como si fuera de pic-nic. Los taludes de césped que rodean Murrayfield son utilizados por la gente para sentarse y tomarse su bocata y su cerveza antes de entrar a ver el partido. Todo muy tranquilo, sin broncas, sin imprecaciones al rival, ni nada por el estilo. Vamos, que esto es una fiesta. Y como tal sigue una vez acabado, aunque como en el caso de hoy los locales, Escocia, hayan sido apabullados por los visitantes, Nueva Zelanda, por un resultado que no merece mayores comentarios: 0-40. En otros deportes, como el fútbol, esto puede suponer enfrentamientos con el propio equipo, con la directiva, con los aficionados del equipo contrario, etc. En el rugby la gente va a disfrutar del espectáculo. ¡Claro que prefieren que ganen los suyos!. Pero si eso no ocurre, gozan de lo que están viendo en el campo y, una vez acabado, todos para el pub de turno a beberse unas cuantas pintas y comentar con los rivales cómo ha ido la cosa, etc. Otro hecho muy curioso es la cantidad de españoles que han venido a Edimburgo a ver el partido, algo realmente sorprendente porque la selección española no jugaba. Pacenses, cacereños, sevillanos, madrileños, asturianos, catalanes, aragoneses, etc., forman la larga lista de paisanos que hemos coincidido en Edimburgo; para ver este espectáculo y, supongo que la mayoríaa, para ver aunque sea por una vez en directo a los All Blacks, aunque hoy iban de gris.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Mundial de Rugby en Edimburgo

Sábado (disculpas por la falta de acentos, pero el teclado británico con el que estoy trabajando no los incluye) 22 de septiembre de 2007. Estoy en Edimburgo para asistir mañana domingo (disculpas de nuevo, no hay la enye -lo pongo de este modo para que se me entienda-) al partido del Mundial de Rugby entre Escocia y Nueva Zelanda en uno de los escenarios míticos de este deporte: Murrayfield.
Todos tenemos aficiones que a los que nos conocen les pueden parecer sorprendentes. Una de las mías es la afición al rugby desde que a finales de la decada de los sesenta empezaron a dar los partidos del 5 Naciones por el antiguo UHF. Era la epoca en la que Gales, de la mano de mitos como J.J.Williams o Gareth Edarwds enlazaba consecutivamente los Grand Slam.
Ha llovido mucho desde entonces pero todos los años he visto, como mínimo, un partido del torneo.
Y ahora, aprovechando que el mundial se celebra en Francia con subsedes en Cardiff y Edimburgo, he aprovechado para asistir en directo al partido de los mejores jugadores del mundo, los All Blaks neozelandeses, grandes favoritos para ganar el torneo, aunque después lo pierdan como ha sucedido otras veces.
Por cierto, la mayoría de los viajeros del vuelo que hoy nos ha traído de Barcelona a la capital de Escocia eran aficionados que vienen a ver el partido. Y en el hotel que estoy, la recepcionista onubense que me ha atendido al llegar me ha dicho que tambien tienen alojada a gente de Badajoz y de Sevilla.
Mañana espero por la noche poder contar las sensaciones y emociones vividas en lo que deseo sea una jornada muy especial y a la vuelta, con teclado castellano, ya corregiré las faltas.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

La papelera

Hace ya tiempo que algún avezado responsable municipal del Ayuntamiento de Badajoz decidió que en la calle en la que vivo iría bien poner papeleras. Dicho y hecho y así, de un día para otro, apareció una flamante papelera verde justo delante de la puerta de mi casa.
Una papelera dispuesta a ser usada como recipiente de alguna de las mil y una inmundicias que en nuestra actual sociedad de consumo desenfrenado somos capaces de generar. No sólo dispuesta, sino que nos interpela directamente con la leyenda utilíceme, inscrita a pie de icono, como no podía ser de otra forma, por el Excelentísimo Ayuntamiento de Badajoz.
Hasta ahí todo casi perfecto. No seré yo quien se queje de las papeleras ante tanto incívico que prefiere limpiar el cenicero del coche en el bordillo de la acera, por poner sólo un ejemplo.
¡Pero ...!, por algún lado tenía que estar el truco y resulta que una vez puesta la papelera, ¡tararí que te ví ...! por aquí no pasa nadie a vaciarlas. Creo recordar que en la anterior legislatura, algún vecino se encontró con un edil del equipo de gobierno de entonces, del PP, como ahora, y le dijo que no disponían de personal para atender la recogida. Por lo visto la mayor parte del personal lo tienen dedicado a poner pensamientos y otras flores para embellecer las múltiples rotondas y paseos del centro de la ciudad, porque lo de las barriadas es otra cosa.
Por lo tanto no me queda otro remedio que cuando la papelera está llenita a rebosar, como en la foto que acompaña este comentario, descolgar la papelera y llevarla yo mismo hasta el contenedor más próximo para vaciar su contenido.
Y la verdad es que ¡me toca bastante las narices!.
Dicen algunas lenguas del barrio que recuerdan haber visto alguna vez a operarios de la limpieza por nuestra calle, pero mucho me temo que sea una de tantas leyendas urbanas que circulan por ahí, llenando de confusión a personas crédulas.
Yo mientras tanto, y por si acaso, o más bien, por si la basura, seguiré vaciándola de tanto en tanto; aunque no se si podré argumentarlo como motivo de rebaja fiscal de mis tributos municipales.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Quino, premio Extremadura a la Creación Artística 2007

Joaquín Salvador Lavado, el humorista gráfico conocido mundialmente por su nombre artístico, Quino, recibirá la semana que viene en Cáceres el premio “Extremadura a la Creación 2007” en el apartado correspondiente a la “Mejor Trayectoria Artística de Autor Iberoamericano”. El galardón lo recibirá el jueves, 6 de septiembre, en el Museo Casa Pedrilla- Museo Guayasamín, en el acto que tradicionalmente constituye la antesala de la celebración institucional del Día de Extremadura.
Desde mi punto de vista se trata de una gran noticia, porque supone un reconocimiento a un autor que realmente ha trascendido con su obra más allá del ámbito estricto de su actividad, hasta el punto que una de sus creaciones, Mafalda, se ha convertido en uno de los grandes iconos que forman parte del imaginario colectivo mundial de los últimos treinta años.
He tenido la oportunidad de entrevistas un par de veces con Quino y siempre me ha parecido una persona sumamente consciente de la realidad del tiempo que le ha tocado vivir, cosa que ha plasmado de forma clarividente en toda su producción gráfica.
De aquél joven dibujante que en noviembre de 1954 publicó su primera página en la revista Esto Es, hasta el veterano creador que a sus 75 años recogerá el premio el jueves en Cáceres, hay una larga trayectoria que no se reduce a la popular Mafalda y su pandilla, y en la que siempre ha estado presente su maestría con el lápiz y la plumilla; además de una gran preocupación por los temas sociales y por reflejar las grandes contradicciones del mundo en el que nos ha tocado vivir.
En una de las entrevistas que le hice para el programa Te veo, tebeo de RNE en Extremadura, Quino me explicaba desde su domicilio de Milán que ahora dibujo un poco mejor. Me he complicado más en el dibujo, aunque por ello he perdido cierta frescura. Aquello era más divertido que lo que hago ahora. La edad te va haciendo más profundamente crítico.
Quino, hombre muy preocupado por la libertad y por la situación de los más débiles, se muestra muy escéptico ante el devenir de nuestro planeta, habiendo reconocido que se le hiela la sangre ante conflictos como los de Irak, la antigua Yugoslavia o la división entre el mundo árabe y el occidental.
Los títulos de las recopilaciones de los chistes que lleva publicando desde hace décadas en diarios y revistas de todo el mundo dejan bien a las claras buen parte de las opiniones que Quino tiene: Potentes, prepotentes e impotentes; A mí no me grite; Déjenme inventar; ¡Qué presente impresentable!, etc.
En fin, un merecido premio que reconoce en lo personal a Quino, y en lo colectivo a la historieta y el humor gráfico como una de las formas de expresión artísticas en las que el ámbito iberoamericano ha alcanzado algunas de sus mayores cotas de calidad.
Y por último, y aunque no esté bien echarse flores a uno mismo, decir que aunque de una forma muy pequeña, algo ha tenido que ver quien suscribe estas líneas con el hecho de que el premio “Extremadura a la Creación” haya tenido en cuenta la opción de Quino.