domingo, 23 de noviembre de 2008

El castillo de Medellín

Este sábado, intentando hallar un tiempo de tranquilidad entre el ajetreo de las últimas semanas y el que se avecina para las próximas, decidimos ir con una amigos, José María, Lola y su hija Cristina, a visitar el yacimiento arqueológico de Cancho Roano, uno de los vestigios pre-romanos más importantes de la península ibérica, situado en las cercanías de Zalamea de la Serena.
En el camino, aprovechamos para detenernos en uno de esos puntos por los que uno suele pasar cientos de veces, pero que nunca parece tener tiempo para visitar: Medellín.
Tras un cafetito y unas reparadoras migas, nos dirigimos hacia el cerro que domina la localidad, en el que se alza el castillo, decenas de veces contemplado en la distancia, pero que nunca había visitado. La verdad es que la idea de detenernos en Medellín estaba en parte motivada por las recientes noticias de los hallazgos arqueológicos que están sacando a la luz los restos de un teatro romano de una gran importancia. El teatro se halla a medio camino del castillo, en la ladera que da hacia el sur. Poco es lo que ahora mismo se puede ver, ya que el recinto permanece vallado mientras se desarrollan los trabajos arqueológicos.
Por lo tanto seguimos en dirección al castillo por un camino empedrado bastante cuidado.
La sorpresa al rebasar la puerta de acceso es mayúscula: uno de los recintos fortificados más imponentes de Extremadura, en un estado de conservación bastante bueno y con pequeñas joyas arquitectónicas como los dos aljibes, uno en cada uno de los enormes patios del castillo.
La vista desde lo alto de la torre del homenaje es espléndida, abarcando buena parte de las vegas altas del Guadiana, las lejanas sierras de Montanchez, las traseras de la Sierra de Hornachos y buena parte de La Serena.
La verdad es que sin tenerlo previsto, la visita a Medellín nos ofreció uno de los mejores momentos de la jornada que después, tal y como habíamos previsto, nos llevó hasta Cancho Roano. Y es que muchas veces lo inesperado es lo que tenemos más a mano. Y desde luego, las posibilidades que en un futuro puede ofrecer como espacio escénico y como lugar para la organización de eventos y experiencias artísticas, me parecen fantásticas, uniendo el teatro romano con el propio castillo.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Cambios en el Imperio

Hoy puede resultar poco original hablar de las elecciones en Estados Unidos, pero es lo que hay y la actualidad es la actualidad. Ha ganado el demócrata Barak Obama tal y como preveía la mayor parte de analistas y encuestas. Parece que hay una especie de alivio generalizado por haberse quitado de encima a un personaje tan nefasto como George Bush, pero hay que estar preparados para la decepción, porque al fin y al cabo los Estados Unidos son lo que son. Cierto que se produce un profundo cambio generacional y que parece que las distintas minorías van a tener una notable fuerza, o por lo menos se las va a tener en cuenta más que hasta ahora. Pero vamos, no esperemos que las políticas que haga Obama se acerquen, ni siquiera, a lo que es una pálida socialdemocracia europea.
Pero bueno, a nadie amarga un dulce, y siempre estaremos mejor sin el presidente de los pies encima de la mesa. Por cierto, que una de las últimas genialidades de Bush, además de tomar algunas decisiones ejecutivas que por lo menos observadas desde aquí huelen bastante mal, ha sido decirle a Obama, en su breve conversación para felicitarle por la victoria, que disfrute. ¿Disfrutar de qué?. Supongo que de la victoria, porque el cargo de presidente de los USA no creo que sea precisamente el mejor para disfrutar.
En fín, estas son mis primeras impresiones sobre lo acontecido en el Imperio: hay cambios, pero no espero que sean demasiado profundos. Ojalá me equivoque y haya más contenido que estética.