lunes, 22 de noviembre de 2010

La Caja Negra se estrena en Extremadura con el documental Spitzberg

http://vimeo.com/15059790

La productora audiovisual La Caja Negra debuta en Extremadura mediante el documental Spitzberg
, en el que recuperan la historia de la 1ª Expedición Polar Extremeña que en 1980 llegó a esta isla del archipiélago noruego de las Svalbard, puerta de entrada al oceáno glaciar Ártico.Miriam Soms, guionista y directora de este trabajo, junto a Víctor Sarabia, realizador del mismo, son dos jóvenes de mi pueblo, Premià de Mar, que 22 años después han realizado el mismo trayecto que yo, buscando en Extremadura un lugar en el que poder desarrollarse humana y profesionalmente.En estos momentos están embarcados en un atractivo proyecto de recuperación de los fondos audiovisuales privados de muchas personas de Extremadura y, fruto de ese trabajo, llegaron al conocimiento del material rodado por los protagonistas de la expedición que en 1980 llevó a un grupo de 8 hombres y 1 mujer al archipiélago más septentrional del planeta. Pertenecientes a los clubes Montañero de Badajoz y Monfragüe de Cáceres, tuvieron la iniciativa, inusual en aquella época, de utilizar embarcaciones neumáticas, tipo zodiac, para facilitar el acceso por mar hasta la base de las diferentes ascensiones que acometieron.
Este material es el que 30 años después ha servido de base para la elaboración del documental Siptzberg, que ha contado con la coproducción de la productora dombenitense 2D Media y la colaboración de las diputaciones de Cáceres y Badajoz, la Filmoteca de Extremadura y la Federación Extremeña de Montañismo.
El documental fue presentado el pasado domingo, 21 de noviembre, en el Centro de Ocio Contemporáneo (COC) de Badajoz, con lleno de público, entre el que se contaban los protagonistas de la expedición, familiares y amigos.
Miriam Soms y Víctor Sarabia se aproximan en este trabajo no solo a las experiencias deportivas, sino sobre todo a las reflexiones vitales, a las percepciones personales, de los expedicionarios, contraponiendo entrevistas personales actuales, con las imágenes de la película rodada en 1980. Emotiva sin caer en el sentimentalismo, Spitzberg recupera una página deportiva y humana de la historia reciente de Extremadura, digna de ser conocida por el gran público, como un ejemplo más del proceso de dignificación de la identidad extremeña emprendido en las últimas décadas.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Actitudes estomagantes

Según el diccionario de la Real Academia Española, estomagar significa, en su primera acepción, Causar indigestión, empachar, ahitar; y en su segunda, causar fastidio o enfado. Estas cosas son las que exactamente me producen las actitudes de algunos políticos que, por si fuera poco, son ensalzados y jaleados en un lamentable ejercicio de exaltación de las más bajas pasiones.
El último caso es el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en respuesta a las preguntas sobre el incidente protagonizado por el tertuliano Salvador Sostres en el programa que dirige Isabel San Sebastián en Tele Madrid.
Dice la presidenta madrileña que se trata de una conversación que pertenece al terreno de lo privado y que ella no se dedica a investigar y opinar sobre dichas conversaciones. Esta aseveración, que en principio le podría parecer intachable a alguien, está surcada de trampas e hipocresía.
Por un lado, siendo cierto que se trata de una conversación privada, deja de serlo en el momento en el que, por la razón que sea, ha saltado a la luz pública. Además no se trata de la conversación de una persona cualquiera, sino de alguien público que aporta sus opiniones, en este caso, a través de una televisión pública, pagada con el dinero de todos los ciudadanos. Y lo relevante es el contenido de lo dicho por Salvador Sostres que, evidentemente, puede pensar y hacer lo que considere oportuno, pero que demuestra a través de lo dicho una catadura moral y humana que lo hacen incompatible con la presencia en un medio de comunicación público. Pero vamos, con ser eso importante, lo preocupante es que Esperanza Aguirre se refugie en las formas y no en el contenido. Más aún cuando se trata de un argumento falaz que supongo no extiende a otros campos. O acaso, según su razonamiento, una conversación entre terroristas que planean un atentado no interesa por tratarse de algo perteneciente al ámbito privado de esas personas.
En modo alguno estoy defendiendo que se coarte la libertad de expresión, o que no puedan estar presente todo tipo de opiniones, sensibilidades, puntos de vista, etc., en cualquier medio de comunicación. ¡Faltaría más! Pero sí, que si alguien deja a las claras una actitud que la propia Isabel San Sebastián no dudó en calificar de enfermiza, lo lógico es que esa persona no tenga además una caja de resonancia a través de un medio de comunicación público. Es tanto como darle un programa a alguien de quien hemos constatado, consciente o accidentalmente, que se dedica a fabricar bombas, a maltratar mujeres y niños, a evadir capitales (de estos creo que hay más de uno), etc.
Más le valdría a Esperanza Aguirre no encastillarse en posiciones que, tomando una expresión del propio Salvador Sostres, demuestran tanta indigencia moral e intelectual. Aunque no sé de qué me extraño, cuando una de sus últimas propuestas pasa por privatizar la gestión de la televisión pública. Me imagino que de ese modo ya no tendrá que pasar por el incómodo trance de tener que dar explicaciones sobre lo que se hace en Tele Madrid.
En fín, lo dicho, actitudes estomagantes. Igual que la del Gobierno de España aceptando que sólo dos medios de comunicación, El País y El Mundo, puedan ir al Sahara para informar de lo que allí ha pasado. Y además, habrá quien confunda esto con el periodismo. ¡Así nos va!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Menorca, territorio para pedalear

Mi relación ciclista con Menorca se remonta al año 1974, con motivo del primer viaje que hice a la isla. Por aquél entonces un numeroso grupo de chicos y chicas de Premià de Mar hicimos lo que para nosotros fue un histórico viaje a bordo del Villa de Madrid, hasta la balear menor. Allí, arrastrando unos auténticos armatostes de peso incalculable, descubriríamos algunas de las playas que hay en torno a Maò, como Es Grau y Mesquida, cautivándonos y haciendo que algunos uniésemos, para siempre, la isla a nuestras vivencias personales.
Después de aquél viaje, iniciático por muchos motivos, han sido varias las veces en las que la bicicleta ha sido protagonista en mis desplazamientos a Menorca. La última el pasado fin de semana del 5, 6 y 7 de noviembre. En esta ocasión los compañeros de aventura han sido dos avezados cicloturistas. El primero, como siempre, mi amigo de toda la vida, Rafael Vallbona, que también estuvo en aquél primer viaje de 1974. El segundo Luis Cuevas, también periodista como nosotros, e hijo del organizador durante muchos años de la Vuelta a Andalucía.

La primera de las jornadas ciclistas, la del viernes, la dedicamos a hacer un amplio recorrido de 131 kilómetros, entre Maò y Ciutadella, ida y vuelta, con paso previo por algunas de las playas de la zona sur de la isla, como Punta Prima, Binibeca o Santo Tomás, y por varias localidades como Sant Lluis, Sant Climent y Es Migjorn Gran, donde paramos para reponer fuerzas.
A partir de Ferreries, localidad famosa por estar allí la fábrica de zapatos Mascaró, el recorrido hasta Ciutadella ya lo hicimos por la carretera general que atraviesa la isla.
Hay que mencionar que en Ciutadella han delimitado un magnífico y real carril bici (en otros sitios los carriles bicis son algo así como entelequias pintadas en las aceras, entre señales de tráfico, farolas y árboles). El regreso lo hicimos por el mismo camino hasta llegar a Mercadal, desde donde continuamos por el Cami d'en Kane, el primer camino que unía ambos extremos de Menorca, construido en el siglo XVIII por el gobernador Richard Kane, durante la dominación británica. El último tramo hasta Maò resultó realmente divertido, con los tres a buen ritmo (pese a que a mí se me indigestaban bastante los múltiples repechos). En total esa primera jornada del sábado habíamos subido un desnivel acumulado de casi 1.300 metros, para un total de 8 puertos, lo que demuestra que, pese a las apariencias, Menorca tiene bien poco de llana. ¡Y eso que no llegamos a subir el Monte Toro, la máxima cota de la isla! La verdad es que yo, acostumbrado a llevar tres platos en mi bicicleta, no me atreví a afrontar sus duras rampas con los dos únicos platos que llevaba mi ALKON de alquiler.

Para el domingo, ya en plan excursión, hicimos 40 kilómetros para ir y volver hasta el maravilloso paisaje del Cap de Favaritx, con sus orografía pizarrosa, y sus balsas temporales, en las que se mezcla el agua dulce proveniente de las lluvias, con el agua salada que el impetuoso oleaje les aporta los días de temporal. Enclavado en pleno Parque Natural de S'Albufera d'Es Grau, que es el núcleo de la Reserva de Biosfera, el cabo cuenta con uno de los 5 faros principales de la isla de Menorca.
En definitiva, un delicioso fin de semana, en el que incluso el tiempo nos acompañó, en el que disfruté del ciclismo, de la amistad y, por qué no decirlo, de la gastronomía.
Ahora a esperar la próxima salida, intentando mejorar la forma.