lunes, 28 de noviembre de 2011

Con el agua al cuello


Este es el significativo título elegido por el escritor griego Petros Márkaris, para la última entrega publicada de la serie de novelas policiacas protagonizadas por el comisario de la policía de Atenas, Kostas Jaritos.
Como suele ser habitual en las novelas negras, la trama argumental, en este caso una serie de asesinatos de personalidades vinculadas al mundo de la banca y los negocios financieros, sirve de telón de fondo para realizar una detallada disección del contexto social en la que se desarrolla la misma. Y ese contexto no es otro que el de un país, Grecia, inmerso en una profunda crisis, en la que sus habitantes se sienten poco menos que como títeres en manos de poderes externos sobre los que ellos no tienen ningún poder de decisión, pero que condicionan y deciden sobre sus vidas.
La obra de Márkaris, además, tiene bastante de crónica de actualidad, ya que a través de su lectura uno se va encontrando, una y otra vez, con los mismos argumentos, vinculados a la crisis, que se han convertido en tema de conversación obligada para casi cualquier ciudadano europeo: recortes, recortes y más recortes.
Con todo “Con el agua al cuello” también tiene espacio para el humor o, por lo menos, para la ironía. Un ejemplo es el ejercicio de solidaridad entre los países periféricos y del sur de Europa que se describe cuando el comisario Jaritos tiene que cambiar su viejo Mirafiori con cuarenta años a sus espaldas. Fanis, su yerno, le sugiere que se compre un Seat Ibiza. La razón que da a la pregunta de ¿por qué? es por solidaridad entre los pobres. Ahora los españoles y los portugueses tienen problemas, como nosotros. Para los mercados financieros, somos los PIIGGS, los . Y cada cerdo debe ayudar a los demás, no hacerles la pelota a los tiburones. Quisimos vivir como tiburones y ahora estamos ahogándonos, porque los cerdos no saben nadar. Por eso tienes que comprarte un Seat Ibiza.
Esta solidaridad entre los pobres se prolonga ante la final del Mundial de Fútbol de Suráfrica de 2010, que enfrenta a España con Holanda. Los griegos están decididamente a favor del equipo español y viven la final como si fuera su propia selección quien está jugando. Cuando el comisario Jaritos pregunta a varios de sus colaboradores la razón del apoyo a España la respuesta es: no queremos que el Fondo Monetario Internacional gane el Mundial…  Nos lo han quitado todo; no se quedarán con el Mundial.
Pero en su libro Márkaris no solo pone su mirada sobre los condicionantes exteriores, sino que se muestra igual de perspicaz y agudo al describir las razones internas que han llevado a Grecia a la situación actual. Adrianí, la esposa del comisario, lo explica brevemente de la siguiente manera al ser interpelada sobre su pretensión de reducir la población del país a la mitad: Que expulsen a los que deben los 24.000 millones en impuestos. De todas formas, el Estado no cobrará esos impuestos ni en los próximos ochenta años laborables. Que se queden sólo los idiotas que pagan impuestos. Los gastos y la corrupción se reducirán con la marcha de los evasores de impuestos, pero los ingresos no mermarán, porque los idiotas que pagan seguirán aquí.
Ante la aplastante lógica de su esposa, Jaritos se refugiará en el “Dimitrakos”, diccionario enciclopédico que es casi su libro de cabecera. Y en él buscará voces como aguante: m. 1. Sufrimiento, tolerancia, paciencia; disposición para aguantar./ 2. Fortaleza para resistir pesos, impulsos, trabajos, etc., que le llevarán a concluir que decididamente, es sinónimo de idiotez.
En definitiva, visto desde nuestra perspectiva, el libro de Petros Márkaris tiene un notable valor para comprender mejor la realidad griega de la que hemos estado tan pendientes desde hace más de un año y, al tiempo, tiene un carácter premonitorio sobre lo que puede pasar en España si las cosas se tuercen todavía más.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El arte de volar: dignificar a un perdedor de la vida


Viñeta final de las páginas de arranque de El arte de volar
Tenía muchas ganas de leer “El arte de volar”, obra de Antonio Altarriba (guión) y Kim (dibujo), por la que han obtenido numerosos premios, entre ellos el Nacional de Cómic 2010, el de Mejor Obra, Guión y Dibujo del Salón Internacional del Cómic de Barcelona 2010; el Cálamo Extraordinario de 2009 o el de la Crítica 2010 a la Mejor Obra Nacional y al Mejor Guión Nacional.
La espera ha valido la pena, pues nos hallamos ante uno de los trabajos más maduros y completos de la historieta española de los últimos años. No llego al punto de considerarla una obra maestra, ni creo, como asegura Antonio Martín en el prólogo, que se trate de la primera vez que en la historia del cómic español una obra se dirige deliberada y definitivamente, de forma exclusiva, a un público maduro mentalmente, a unos lectores que no leen por simple entretenimiento. Pero hecha esta salvedad, debo reconocer que “El arte de volar” se trata de un libro sumamente recomendable, denso y profundo, magníficamente presentado por la alicantina Edicions de Ponent.
Personalmente, al margen de otros análisis más estéticos y creativos, la obra me transmite esa incómoda sensación que a veces tenemos de estar inmersos en un río de acontecimientos sobre los que apenas tienes control y que, a veces para mejor, muchas veces para peor, te van llevando de un lado para otro, sin poder remediarlo.
El libro surge a raíz del suicidio de Antonio Altarriba Lope, padre de Antonio Altarriba, el día 4 de mayo de 2001, en la Residencia de Lardero (La Rioja). A partir de este hecho, Altarriba siente la profunda necesidad de recuperar la memoria de un padre al que habría querido estar más unido. No sólo eso, sino que siente la necesidad de dignificar la vida de alguien que había sido constantemente atropellado por los acontecimientos y que prácticamente sólo había tenido un pequeño momento de libertad: el de echarse a volar desde la cuarta planta de la residencia para acabar con su vida.
Es a partir de esta necesidad de reencuentro personal y emocional, que Antonio Altarriba estructura la historia que nos ofrece en “El arte de volar”, en la que además de ir reconstruyendo la secuencia vital de su padre, nos ofrece un magnífico recorrido a través de la historia de España, desde 1910, hasta 2001. Un trayecto en el que se refleja la dureza y falta de expectativas del Aragón rural de las primeras décadas del siglo XX, el fugaz período de sueños y esperanzas vividos con la República, la tragedia continua que representaron la Guerra Civil, el exilio, los campos de concentración y el trabajo semi-esclavo en Francia; la lucha contra los nazis con la Resistencia francesa, los primeros años de la posguerra europea; el regreso derrotado, sin sueños ni esperanzas, a la España de la dictadura franquista, del estraperlo, las privaciones y los negocios sucios en los aledaños del poder. Para acabar con los desengaños derivados de una democracia que, en muchos aspectos, no ha sabido dar respuesta a las esperanzas y a las necesidades de reparación y justicia de quienes se vieron privados de algo tan esencial como su dignidad como personas y ciudadanos.
Como ya he comentado, estamos ante un libro denso, profundo, desgarrado por momentos, con algunos toques de humor, con breves destellos de luminosidad y felicidad. Y para plasmarlo cuenta, en la parte gráfica, con la aportación sólida y eficaz de Kim, al que siempre identificamos por su vertiente más humorística, como creador de uno de los personajes españoles más populares de las últimas décadas, Martínez El Facha, publicado en la revista El Jueves. Kim consigue, a través de su dibujo, trasladar al lector la complejidad del relato de Altarriba, con una magnífica recreación de ambientes, que por momentos se captan casi de una forma epidérmica, física. El único pero que le pongo a la contribución de Kim, y también de algún modo a la propia narración de Altarriba, es a alguno de los momentos oníricos que se presentan, que no siempre me parecen bien resueltos y que distorsionan algo la captación de la historia.
En definitiva, “El arte de volar” es un magnífico libro de historietas, absolutamente recomendable, que no sólo reflexiona sobre la condición y los sentimientos humanos, sino que funciona como un gran documental histórico sobre la España del siglo XX.

sábado, 5 de noviembre de 2011

70 aniversario de el PERICH


Aficionado como soy a la historieta y al humor gráfico, hoy es un día especial para mí en el que quiero recordar, en el 70 aniversario de su nacimiento, a uno de los creadores más lúcidos e importantes de la España del siglo XX: Jaume Perich Escala, más conocido por el nombre de guerra con el que firmaba sus trabajos, el Perich. Desgraciadamente para todos los que le seguíamos, falleció prematuramente el 1 de febrero de 1995, a los 53 años.
Mi primer recuerdo de él se remonta a 1972, tenía yo entonces 12 años, cuando en la Fira del Libre de mi pueblo, Premià de Mar, me compré un ejemplar de su libro “Els tres peus del gat”, publicado por Edicions 62. Eran los tiempos finales de la dictadura franquista envuelta en un cierto aperturismo, de la carrera espacial, de las ansias europeístas del régimen, etc. Y Perich, que todavía no incluía “el” en su firma, lo diseccionaba todo con su escalpelo visual y lingüístico. A partir de ahí me convertí en un seguidor suyo, hasta sus últimos años en la revista El Jueves, en la que nos legó su impagable serie “Noticias del 5º Canal”, una de las mejores demostraciones de humor inteligente y comprometido de cuantas he conocido.
El Perich, participó en algunos de los proyectos editoriales más importantes del tardofranquismo y de la transición, como fueron la revista Hermano Lobo, de la que fue miembro fundador, o Por Favor, que codirigió junto con Manuel Vázquez Montalbán. Durante años su afilada ironía se vertió en sus colaboraciones diarias en la prensa barcelonesa, en periódicos como El Correo Catalán, La Vanguardia o El Periódico de Catalunya. También acogieron sus trabajos otras revistas como Interviú o El Jueves, en la que desarrollo una de sus series más exitosas y beligerantes, las “Noticias del 5º Canal”.
Sin embargo la trayectoria de el Perich no se agotó en su faceta como humorista gráfico, sino que en Editorial Bruguera fue el primer traductor al castellano de algunas de las historietas francesas más emblemáticas, como Astérix, Teniente Blueberry o Aquiles Talón.
Otros de sus grandes éxitos fueron sus aforismos, juegos de palabras y frases cortas en las que reflexionaba sobre todo tipo de asuntos, con una lucidez y un sarcasmo que era imposible que te dejaran indiferente. Algunas de las recopilaciones, como el libro “Autopista” o “Nacional II”, se convirtieron en auténticos super ventas a principios de la década de los 70. A modo de ejemplo sirva el siguiente: Hemos creado una sociedad que no sólo es capaz de enviar el mundo a la mierda, sino de llenar de mierda el mundo. A ellos siguieron otros títulos como “Por el hacia Dios” o “De la nada a la miseria … (Consultorio histórico)”.
Desde un punto de vista personal, guardo un par de recuerdos muy especiales. El primero la entrevista que le hice en su domicilio de Premià de Dalt, en agosto de 1984, y el segundo cuando gestioné con él que se encargase de realizar la imagen conmemorativa del 150 aniversario de Premià de Mar, que se cumplía en 1986. Dos momentos que hoy vuelven a mi memoria, al recordar el 70 aniversario del nacimiento de El Perich.