lunes, 20 de septiembre de 2010

Fueye: cuando el bandoneón hiere al engaño

Fueye, del argentino afincado en España, Jorge González, es el último libro de historietas que he leído, después de una larga sequía por razones profesionales. Esta obra, que consiguió en 2008 el Primer Premio Internacional de Novela Gráfica FNAC-Sins entido, es uno de esos trabajos que no te dejan indiferente y que te hacen reflexionar sobre muchas cuestiones que el autor plantea en varios planos o niveles de lectura.
Es una obra sobre la emigración europea de finales del XIX y principios del XX a América, entonces tierra de promisión para el viejo continente, azotado por hambrunas, interminables guerras y escasez de oportunidades para las clases más humildes. Un tema que está de plena actualidad en estas fechas y que una vez más nos demuestra la escasez temporal de nuestra memoria de nuevos ricos, ahora venidos a menos.
Es un libro de reflexión sobre la condición del ser humano, sobre sus éxitos y fracasos como individuo, sobre sus miserias y traiciones, y, en especial, sobre ese dejarse llevar por las circunstancias, ese renunciar a las ilusiones propias, a la felicidad, en beneficio de una seguridad y de un estatus social.
Todo esto lo presenta González aderezado por el retrato de distintos momentos de la vida en el Buenos Aires del siglo XX, con el submundo asociado a la música del tango, a los políticos corruptos y mafiosos, a las élites económicas que viven y gozan mientras su entorno se derrumba. Y presente, tanto en el título, como en la propia obra la música del bandoneón, del fueye, auténtica pieza angular de la historia, hilo conductor de la misma, y elemento de redención personal.
Todo este ambiente, que oscila entre la sordidez y la opresión, entre la monotonía y la pasión, lo plasma magistralmente Jorge González con el uso de tonos tierra, y un trazo efectista, expresionista por momentos, sucio y descuidado en general, detallista en algún instante; combinando viñetas de gran formato que ocupan dos páginas, con otras quasi microscópicas buscando la reiteración rutinaria de la vida cotidiana.
Debo decir que sin duda me ha gustado y me parece una de las obras más interesantes, conceptual y gráficamente, de cuantas he podido ver en los últimos tiempos. Desde mi punto de vista, altamente recomendable.