martes, 25 de marzo de 2014

Tardi nos enfrenta al horror de la ¡Puta Guerra!

Con motivo del Día del Padre uno de los regalos que recibí fue el magnífico álbum ¡Puta Guerra! del genial Jacques Tardi, uno de los mejores dibujantes europeos de historietas, y uno de mis favoritos.
Desde el momento en el que comencé a ojearlo me entraron una ganas enormes de comentar su contenido y para ello qué mejor que hacerlo en mi viejo blog Trazo de Tinta, al que hacía bastante tiempo que tenía olvidado. El caso es que hoy me ha dado por echarle un vistazo al blog y ¡casualidades de la vida! hace justo dos años, el 25 de marzo de 2012, publiqué mi última entrada en él. Por lo que me ha parecido que hoy es un día ideal para retomarlo, hablando de esta magnífica obra, que nos enfrenta a uno de los aspectos más deleznables del ser humano: la guerra.
Tardi, cuyo abuelo luchó en el frente del Norte en la Primera Guerra Mundial, realiza en ¡Puta Guerra! una auténtica disección de la inhumanidad que representan los conflictos armados. Publicado por primera vez en 2010, el libro adquiere total actualidad este año 2014, con motivo del centenario de la denominada Gran Guerra.
A través de unas viñetas minuciosamente detallistas, Tardi refleja todo el horror, toda la sinrazón que envuelve a las guerras y, muy especialmente, de aquél conflicto que se enquistó en el corazón de Europa, en una lucha de desgaste, en el que los soldados parecían títeres encastrados en un dédalo de trincheras. Una contienda en la que como refleja Tardi en su libro, personajes como el General Cherfils declaraban que la mejor manera de vencer al enemigo es, en principio, matarlo. Conviene insistir en estas verdades elementales, que son la evidencia misma, ahora que las sensaciones son recientes. Después de la victoria, sería demasiado tarde
Con sus dibujos, en los que combina sabiamente el predominio de los tonos grises, ocres, sienas, con la puntual explosión de rojos para resaltar el dramatismo de los combates, de la detonación de los obuses que convertían los cuerpos en amasijos de restos humanos; con sus diálogos en los que muestra la desesperación y el hastío de miles y miles de personas anónimas, enviadas a matanzas sin sentido.
Como declaraba el autor en mayo de 2010, en una entrevista concedida al diario El País, con motivo del Salón Internacional del Cómics de Barcelona, la I Guerra Mundial es lo que define el mundo en el que hoy vivimos, sin ella no se entiende nada de la II Guerra Mundial ni de lo que vino después... es el fomento del odio al otro, es comprobar que si a alguien le das un uniforme lo conviertes en asesino en potencia. Para concluir quiero a los pobres hombres, odio a los generales. Y es que en esta, como en la mayoría de las grandes contiendas, han sido millones los soldados que han regado de cadáveres los campos de batalla, obedeciendo órdenes que se dictaban desde los acomodados salones del poder.
Una obra dura, admirablemente humana, para retratar lo más inhumano de nuestra esencia. ¡Imprescindible!