martes, 5 de abril de 2011

Orellana a través de la mirada de Fermín Solís

Salirse de los caminos trillados y de los estereotipos históricos es lo que hace Fermín Solís con su último trabajo Navío de Tuertos, primer ejemplar de la nueva colección Extremeños en Iberoamérica que publica el CEXECI (Centro Extremeño de Estudios y Cooperación con Iberoamérica).
Solís acomete en sus páginas la tarea de narrar la peripecia vivida por Francisco de Orellana cuando deja atrás a Pizarro para ir a buscar provisiones. Ese itinerario que le lleva a lo largo del río Amazonas hasta llegar a mar abierto, es aprovechado por Solís para realizar un viaje introspectivo por los personajes protagonistas de su historia. Más que recrearse en los aspectos heroícos y mitológicos que siempre han envuelto la presencia de los extremeños en América, centra su atención en lo cotidiano, en el día a día, en el tedio del tiempo que pasa sin novedades, en las incomodidades y penurias de unos hombres insignificantes en medio de una naturaleza exhuberante y desconocida. Y lo hace Fermín Solís desde la calma. Con su habitual estilo gráfico elegante y limpio, heredero de la mejor tradición de la línea clara española, usando colores nada agresivos, acordes con el ritmo pausado que, en mi modesto entender, tiene esta narración gráfica del autor cacereño. Salvo las primeras páginas, en las que quizás para mi gusto se hace excesivamente prolongada la escena de Fray Gaspar pidiendo ser escuchado por Gonzalo Pizarro, el resto de la historia te envuelve paulatinamente y te sumerge, casi acunándote al ritmo de las olas, en las vivencias de este grupo de extraños en territorio ignoto.
Con este trabajo Fermín demuestra una vez más que es un sólido valor de la historieta extremeña y española, que sin duda nos dará más de una satisfacción.
En cuanto a la iniciativa del CEXECI, no puedo hacer otra cosa que alabarla. El interés por la historieta y el humor gráfico siempre ha estado presente en su actividad. Baste con recordar la magnífica exposición que organizó sobre La Gráfica Política del 98, o el curso internacional de verano titulado 100 años de narrativa dibujada, coincidiendo con el centenario oficioso del nacimiento del cómic estadounidense.
Esperemos que los actuales vientos de una crisis impuesta desde las entrañas del capitalismo no eche por tierra el camino iniciado con este Navío de Tuertos.

viernes, 1 de abril de 2011

Lo nuclear en la cultura japonesa


El hecho de ser el único país que ha padecido los efectos directos de la utilización militar de la energía nuclear, con las bombas atómicas lanzadas en 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki, ha tenido una importante impronta sobre la cultura japonesa desde mediados del pasado siglo XX.
Lo nuclear está presente en un doble y contradictorio sentido: por una parte se reflejan los beneficios que aporta al desarrollo de un país sin recursos energéticos naturales suficientes, pero por otra aparece una permanente obsesión por los efectos negativos de la misma, su invisibilidad y su duración en el tiempo.
De algún modo se podría decir que la sociedad japonesa vive atormentada en esa disyuntiva y lo refleja en buena parte de los elementos de su cultura popular.
Por supuesto que los mangas (las historietas japonesas) no son ajenos al fenómeno. Uno de los títulos más emblemáticos y que más impacto causaron en Occidente, tanto en su versión en papel, como su posterior adaptación cinematográfica, fue AKIRA, del maestro Katsuhiro Otomo. La primera página de AKIRA comienza con el siguiente texto: A las 2.17 PM del 6 de diciembre de 1992 un nuevo tipo de bomba explotó en el área metropolitana de Japón. Y ese mundo post-atómico es una constante en muchas de las obras de autores nipones.
También en el terreno de los dibujos animado, por citar sólo dos ejemplos, tenemos a Astroboy, que surge en la década de los 60 y que es un auténtico fenómeno de masas, y Mazinger Z, en la década de los 70 del siglo XX, que alcanzó también una gran popularidad en nuestro país.
Si miramos otros medios de expresión artístico nos podemos encontrar, entre otros, con Godzilla, lagarto mutante creado en 1954.
Y si nos vamos al terreno de la literatura nos encontramos con obras como La lluvia negra, de Masuji Ibuse, llevada al cine en 1989, que describe los efectos de la bomba atómicas de Hiroshima sobre la población japonesa y la marginación a la que los llevó. Otra referencia más reciente la encontramos también en la obra de uno de los autores nipones más apreciados en Occidente, como Haruki Murakami, cuyo inicio de Kafka en la orilla, contiene evidentes referencias a lo nuclear.
Si esto ha sido así desde 1945, cabe pensar que el gravísimo accidente sufrido por la central de Fukushima, que ha vuelto a traer a primer plano el problema no resuelto del peligro nuclear en caso de accidente, volverá a acrecentar, como ya se está viendo, el temor y la obsesión por los efectos de una energía que no destruye la capa de ozono pero que mata de forma invisible durante cientos y miles de años. Y eso, sin duda, seguirá teniendo reflejo en la cultura japonesa.