viernes, 30 de enero de 2009

Cultura: ¿nuevo despotismo ilustrado?


La semana pasada estuve en Santiago de Compostela con motivo del congreso Lugares de Cultura. Creatividade para o desenvolvemento que organizó la empresa en la que trabajo, e-Cultura Net.

El programa del mismo me pareció sumamente interesante y algunas de las experiencias que pudimos conocer realmente muy atractivas: Baltic Center de Newscastle, las Maison Follie de Lille, Red Transversal de Catalunya y, sobre todas, las Bibliotecas Parque de Medellín.

Precisamente a raíz de estas últimas, surgidas de un amplio proceso de participación popular, en el que incluso los arquitectos tuvieron que concebir su trabajo a partir de un documento previo de necesidades y expectativas de las personas que vivían en la zona en la que se iba a instalar el equipamiento; retomé una reflexión que últimamente he hecho a menudo: ¿existe un nuevo despotismo ilustrado en el ámbito cultural y, sobre todo, a la hora de concebir espacios y equipamientos culturales?.

Lo digo porque cada vez más tengo la sensación de que muchos responsables culturales, a la búsqueda de su particular efecto Guggenheim, toman la decisión de crear equipamientos culturales singulares sin tener para nada en cuenta lo que pueda opinar la población que, en teoría, debe ser la principal usuaria y destinataria de la actividad de los mismos. Es decir, una nueva forma de hacer y ofrecer cultura a los ciudadanos, pero sin contar con ellos.

Se trata de hacer iconos de la modernidad, al margen de si estos cumplen o no un papel realmente valioso para sus teóricos destinatarios.

No digo que eso pase siempre, pero sí a menudo. Y si no, pensemos en la cantidad de obras faraónicas, firmadas por arquitectos de relumbrón, y que no han conseguido calar (y quizás ni se lo han planteado) entre la ciudadanía del lugar en el que están enclavados. Muchos son meros faros destinados a atraer la atención del turista, del visitante foráneo. ¿Es eso suficiente?. ¿No sería mejor, sin descartar lo anterior, que estuviesen realmente empeñados en contribuir al desarrollo social y cultural de su población más próxima, que al fin y al cabo es la que puede dar continuidad y dinamismo a su actividad?.

Bien, pues de eso iba en parte el congreso. Pero mi sensación de despotismo ilustrado se mantuvo.