martes, 22 de mayo de 2007

Fin de semana en mi pueblo, Premiá de Mar, en pleno fervor electoral

Hacía bastantes meses que no viajaba a mi pueblo, Premiá de Mar, y este fin de semana lo he hecho para ver a mi madre y a mis hermanos. Aunque yo nací en pleno centro de Barcelona, en la antigua clínica de Santa Madrona, situada en la calle Aragón, muy cerca del Paseo de Gracia; siempre he considerado Premiá de Mar como mi pueblo. En él se instalaron mis padres cuando yo apenas contaba seis años. Y en él permanecí hasta el 1 de marzo de 1986, cuando empecé mi recorrido profesional en Extremadura.

Premiá de Mar está situado a 20 kilómetros de Barcelona, en la línea norte de la costa, prácticamente equidistante de Badalona y Mataró. Con sus casi 28.000 habitantes concentrados en unos mínimos 1,97 km2. de término municipal, es la segunda localidad más poblada de la comarca de El Maresme, tras la capital, la ya mencionada Mataró.


Comparte con su vecina Premiá de Dalt, una estrecha franja de tierra que en apenas cuatro o cinco kilómetros pasa de los casi 500 metros de altitud de la Sierra de Sant Mateu, hasta los 0 metros del Mar Mediterráneo.


La verdad es que he encontrado el pueblo con mucho ambiente electoral, con mucha cartelería y propaganda visual; con muchos actos populares de todo tipo (fiestas, verbenas, chocolatadas, cenas-mitin, etc.). También he podido ver información sobre los debates y las entrevistas programadas con todos los cabezas de lista de las candidaturas que se presentan.


Con todo, he tenido por primera vez una sensación muy extraña, imagino que propia de aquellos que fuera de su tierra empiezan a sentir el desarraigo que produce el paso del tiempo: no conozco personalmente a ninguno de los candidatos a ocupar la alcaldía.


Sólo en una de las listas he reconocido, en el conjunto de la candidatura, a un viejo amigo de la infancia.


Por lo demás ha sido un fin de semana agradable y relajado, que me ha permitido pasear al lado del mar, recordando múltiples momentos e historias vividas a su vera, escuchando el sonido de las olas rompiendo contra los espigones o deslizándose suavemente sobre la arena de la playa, llenando los pulmones del omnipresente olor a salitre; rememorando en viejas fotos en blanco y negro cómo era mi pueblo, Premiá de Mar, cuando llegué a él a mediados de los sesenta del siglo pasado.

jueves, 10 de mayo de 2007

Va de vallas

Salgo de casa y enfilo hacia el centro de Badajoz por una avenida sazonada de rotondas. A sus márgenes, una sucesión de vallas publicitarias de todo tipo que en estas fechas mudan su habitual faz comercial por la de otro tipo de transacción: la electoral.
Veo a Miguel Celdrán, con un aire retocado que recuerda a un viejo personaje televisivo, el doctor en medicina Marcus Welby (que llegó a tener al mismísimo Steven Spielberg como director de uno de sus capítulos). Lo veo, dos, tres, ..., cuatro veces en un tramo relativamente corto.
A su lado, con un aire más señorial, propio casi de uno de los culebrones vespertinos que nos ofrecen las emisoras de televisión, Carlos Floriano. Y más Carlos Floriano, y más, y más ... y más, pero diferente, todavía con los mensajes del inicio de la precampaña, con diseños e imagen totalmente distintos (después hablan los entendidos de la necesidad de no despistar al personal con la dispersión de mensajes).
Y a todo esto ¿dónde están los candidatos del PSOE?. ¿Dónde están Guillermo Fernández Vara y Paco Muñoz?.
Unos cuantos metros más allá hay una valla del candidato a la presidencia de la Junta de Extremadura. Aspecto pulcro, pero con la expresión un poco forzada. Hay quien dice que con demasiado aire de niño bueno, como Pedro, el de Heidi.
El caso es que en mi recorrido hasta cruzar el Puente Real, la proporción de vallas del PP respecto a las del PSOE es de 5 a 1, aproximadamente.
No se si en todas partes será igual, pero el otro día tuve que ir a Cáceres y en el acceso desde la rotonda del ferial a la de la estación de ferrocarril, la proporción era similar. Mucho Floriano, mucho Saponi, y poco Fernández Vara y menos Carmen Heras.
Numéricamente, eso es lo que parece, el PP le lleva la delantera al PSOE en cuestión de vallas.
Y también parece que esta vez ha elegido mejor, dentro de la mediocridad general, al encargado de las fotografías. Comparado con las estéticamente brillantes imágenes socialistas de la campaña anterior, las de ésta dejan bastante que desear. Otra cosa es que para los aficionados al análisis semiótico haya algunas cosas muy curiosas, sobre todo en las del PP. Por ejemplo, mientras algunos de los candidatos populares más veteranos, como Saponi y Celdrán, están prácticamente de frente, con una pequeña tendencia a dirigir la mirada hacia las letras con su lema de precampaña; otros más jóvenes que ellos, como la candidata de Mérida, Pilar Vargas, y en especial el propio Floriano, parecen darle la espalda. ¿Errores inconscientes?, ¿intenciones subconscientes?. Los teóricos dirán. Y los resultados también.

sábado, 5 de mayo de 2007

Corea vista por 12 autores

Mi buen amigo José María Lama, convenientemente aconsejado en la interesante librería Zuloa de Gastéiz, me obsequió recientemente con el libro titulado Corea vista por 12 autores, publicado por la editorial tarraconense Ponent Mon.
Para mí ha sido un descubrimiento bastante atractivo porque la verdad es que he tenido poco contacto con el manhwa, que es como se llaman los tebeos que se publican en el país que fue sede de los Juegos Olímpicos de 1988 y co-sede del Mundial de Fútbol de 2002.
El libro es fruto de una experiencia impulsada en 2006 por la Embajada de Francia en Corea del Sur con motivo del 120 aniversario de las relaciones diplomáticas franco-coreanas. Ésta consistió en dos viajes de sendos grupos de tres dibujantes franceses, que realizaron una inmersión en el país asiático, fruto de la cual son las obras que se incluyen en este volumen.
Junto a ellos se publican también varias obras de algunos de los autores coreanos más relevantes que, por supuesto, hasta este momento eran desconocidos para mí.
Haciendo un pequeño análisis del libro, creo que en su conjunto es bastante interesante, porque permite apreciar los muy diferentes presupuestos de partida sobre los que estructuran su trabajo los dibujantes franceses y los coreanos. Aún así la calidad de los trabajos que se incluyen es bastante irregular, en especial por la parte francesa.
Los primeros se centran sobre todo en su peripecia particular en un país con una cultura y unas costumbres tan diferentes a las europeas en general, y a las francesas en particular. Podríamos decir que es una visión casi turística, superficial, en la que apenas hay hondura en los contenidos que se plantean. En cambio los autores coreanos sorprenden, tanto por el tempo de sus obras, que apenas traslucen agitación y que tienen un ritmo que invita a la reflexión; como por la altísima calidad gráfica de alguno de ellos.
De los franceses me quedaría con Vanyda y su obra ¡Ah, Pilsung Korea!, que plantea una interesante reflexión sobre la inadaptación de los hijos de algunos matrimonios mixtos, que ni son vistos como franceses en Francia, ni como coreanos en el país de su progenitor/a.
En cuanto a los autores de Corea, la calidad media de sus obras, tanto narrativa, como gráfica y temáticamente, es realmente elevada. Pero, por encima de todos ellos, personalmente me quedo con la fuerza del trabajo del veterano Lee Doo-Ho (nacido en 1943), titulado El árbol de Solgeo, en el que recrea la leyenda sobre un famoso pintor del siglo VI con una técnica tan exquisita que llegó a pintar un árbol sobre el que dicen querían posarse los pájaros.
Resumiendo, un libro interesante que, por una parte, permite un cierto acercamiento a algunos aspectos de la vida y la filosofía del pueblo coreano y, por otra, facilita el descubrimiento de un tipo de obras y autores a los que, en principio, estamos poco acostumbrados y que difieren bastante de la masiva producción japonesa que nos ha llegado en la última década.