domingo, 24 de mayo de 2009

Las Hurdes, Fermín Solís y Luis Buñuel

He aprovechado este fin de semana para releer el interesante libro de historietas del cacereño Fermín Solís, Buñuel en el laberinto de las tortugas, que supone una novedosa aproximación a este territorio del noroeste de Cáceres y a la película que allí rodó Luis Buñuel.
La lectura del libro de Solís, en un momento en el que la historieta está permitiendo nuevas aproximaciones a múltiples temas, también me ha servido para recuperar algunos de mis recuerdos relacionados con Las Hurdes.
Para bien o para mal, la historia de esta bellísima comarca natural ha estado ligada durante el siglo XX a la película de Buñuel. Los hurdanos se han sentido profundamente maltratados, no sólo por la imagen que de ellos dió Buñuel, sino porque el tremendo impacto que causó el autor aragonés ha marcado, de forma muy evidente, la relación del resto del mundo con Las Hurdes durante décadas.
Mi primera aproximación a su realidad, y a la desconfianza y reticencia ante cada nuevo intento de reflejarla, tuvo lugar entre finales de 1989 y 1990. En aquella época ocupaba la dirección de RNE en Plasencia y asistí a unas jornadas en el Centro Cultural Santa María en las que se hablaba de Las Hurdes, de su historia, de la influencia que tuvo en su momento la visita del Rey Alfonso XIII o la película de Buñuel. Pasaron por aquellas jornadas personas como Mauricio Catani o Estanislao Martín.
Más tarde, ya en 1998, tuve la oportunidad de participar directamente en uno de los hechos que, quizás, más han contribuido a modificar la imagen de la comarca, no sólo entre los extremeños, sino ante el conjunto de la sociedad española, e incluso yo diría ante el mundo: el viaje de los actuales Reyes de España.
El 14 y 15 de abril de 1998 fue la ocasión para que Las Hurdes mostraran al mundo una cara totalmente distinta a la que existía en el imaginario colectivo. Más de 130 periodistas de todo el mundo, recorrieron los espectaculares rincones hurdanos, comprobando que se trataba de un lugar más, con sus virtudes y sus defectos, con sus oportunidades y sus problemas. Un territorio definitivamente alejado de los estigmas, imaginarios o no, que les habían acompañado durante buena parte de su historia. Yo tomé parte como Jefe del Gabinete de Prensa de la Junta de Extremadura, junto a un magnífico equipo de compañeros en el que, por citar algunos, debo mencionar a Andrés Mateos, Federico Galán, Marisol Pérez, María José Rebollo, José Sánchez, Carramiñana y Mayte Sánchez.
Ahora, el buen hacer de Fermín Solís, me ha permitido no sólo adentrarme de un modo distinto en esa historia, sino además profundizar en un Buñuel a la búsqueda de su propio yo.

domingo, 3 de mayo de 2009

La generación de arquitectos que cambió Barcelona


Estos día vuelve a ser noticia la arquitecta Beth Galí, que deja la presidencia del Foment de les Arts i el Disseny (FAD), tras cuatro años al frente de la prestigiosa entidad catalana, fundada en 1903, auténtica pionera y referente del diseño y la arquitectura.
El caso es que Beth Galí, hasta hace poco un mero nombre para mí, adquiere una mayor interés tras haber leído recientemente el libro de Llàtzer Moix, La Ciudad de los Arquitectos (Anagrama).

Llàtzer Moix, actual redactor jefe de cultura del diario La Vanguardia, escribió en 1994 el mencionado libro, en el que a partir de múltiples testimonios de los protagonistas, directos e indirectos, reconstruye el proceso de cambio urbano de la ciudad de Barcelona. Un proceso que arranca con la llegada a la alcaldía de Narcís Serra, el fichaje de Oriol Bohigas como máximo responsable del urbanismo arquitectónico barcelonés, y que se prolonga hasta nuestros días.
En el camino hitos como los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 o el Fórum de las Culturas, acontecimientos que al margen de su éxito o fracaso, sirvieron como argumento para una nueva reinvención y reconceptualización de Barcelona, hasta llevarla al podium de las ciudades más atractivas del planeta, con las ventajas e inconvenientes que ello supone.
Con el libro de Moix, cuya narración termina en la práctica en los primeros momentos de la post-olimpiada, uno puede descubrir el intenso esfuerzo de un grupo de arquitectos, amparados por Serra y Maragall, por cambiar la estructura urbana de la ciudad, por hacer que volviera a mirar al mar, por humanizarla, por dotarla de calidad. Ahora bien, en muchos casos eso se hizo en medio de graves luchas internas, con enfrentamientos corporativos de todo tipo, con los ingenieros de caminos, con las distintas administraciones, entre los propios arquitectos. Un proceso en el que no faltaron las luchas de egos: el propio Oriol Bohigas, Moneo, Calatrava, Álvaro Siza, Óscar Tusquets, Acebillo, Norman Foster, Bofill, etc.
Un proceso, internacionalmente alabado y puesto de ejemplo, pero en el que aparecen muchas sombras, muchos tics de un nuevo despotismo ilustrado, en el que no siempre se tenía en cuenta lo que podía ser mejor y más conveniente para las personas que diariamente deben vivir la ciudad.

Uno de los brazos ejecutores de toda esta transformación fue el llamado grupo de los Lápices, un grupo de jóvenes estudiantes de los últimos años de arquitectura en la ETSAB (Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona), que fueron el soporte para el trabajo que quería llevar a cabo Oriol Bohigas y su equipo en el ayuntamiento. Y entre estos lápices, precisamente estaba la ahora saliente presidenta del FAD, Beth Galí.
Una buena lectura, por lo tanto, para descubrir gran parte de los entresijos del cómo y porqué la Barcelona actual és como la conocemos.