martes, 15 de julio de 2008

Tourmalet: objetivo 2009

¡No ha podido ser!. Cuando en marzo finalicé la habitual pedalada que hacemos anualmente por tierras extremeñas, me marqué como objetivo para este verano pasar unos días con Rafael Vallbona por el Pirineo francés, con la intención de ascender la mítica cima del Tourmalet. Pero, como ocurre en demasiadas ocasiones, una cosa son los propósitos y otra la cruda realidad. Apenas he podido coger la bicicleta en todo este tiempo y aunque yo seguía con ganas de intentarlo, Rafael, sabia y expertamente, me advirtió que no estábamos hablando de retos menores y que era necesario estar preparado para acometer ese objetivo.

Bueno, así quedaron las cosas y yo no volví a darle vueltas al asunto hasta ayer cuando, por primera vez en la presente edición, me entretuve a ver el final de etapa del Tour de Francia. ¡Qué carrerón, qué espectáculo! el vivido durante la ascensión y descenso del Tourmalet, el tramo de enlace hasta los pies del puerto de Hautacam y la subida, en la que un equipo aparentemente menor, el Saunier-Duval, hizo doblete en la cima (no recuerdo muchos en los años que llevo viendo pruebas ciclistas por televisión). Y para postre, el ganador, Piépoli, es un veterano de 36 años (un jovencito a mi lado, ¡je, je!) que lograba su primera etapa en el Tour, después de haber logrado ya, en su dilatada carrera profesional, triunfos en las otras grandes: Giro y Vuelta.

El caso es que la visión de la etapa, las panorámicas del Tourmalet, la remembranza de jornadas épicas de ciclismo entre sus curvas, me hizo revivir el gusanillo y renovar el compromiso: el año que viene tengo que subir el puerto más mítico de los Pirineos. Estaré camino de la cincuentena y qué mejor homenaje me puedo dar que conseguir un reto de este tipo.


Por lo tanto, Tourmalet, ¡nos vemos en 2009!.

domingo, 13 de julio de 2008

La noche en la que Mariza nos cautivó

Me gusta el carácter emocional de la música, esa capacidad de transmitir sentimientos y sensaciones que rebasan con mucho lo racional y cuyos efectos en muchas ocasiones no eres capaz de explicar: ¿Por qué ahora y en este lugar?.

Uno de esos momentos en los que se establece un irresistible vínculo emocional entre intérprete y público lo viví anoche en Badajoz, en el espacio al aire libre del auditorio Ricardo Carapeto, con el magnífico concierto que nos ofreció Mariza.

La cantante mozambiqueña, criada en la cuna del fado lisboeta, el barrio de Mouraria, ofreció, a los casi 2.000 espectadores reunidos, un lujo de concierto en el que fue desgranando muchos de los temas de su último trabajo Terra.

Acompañada por un magnífico grupo de músicos, la alta figura de Mariza hizo mucho más que cumplir un compromiso contractual, deleitándonos con la versatilidad de su voz, sus incursiones en la fusión con ritmos étnicos y sus versiones de fados, pese a que algunas de estas hayan causado más de un ataque de nervios a los puristas.

El momento álgido de la noche, con el público puesto en pie y entregado a la artista lusa, llegó en el primero de los bises, cuando Mariza arrancó con uno de sus temas más emblemáticos, Ó gente da minha terra, y caminando pausadamente fue descendiendo del escenario y acercándose a los espectadores sin dejar de cantar. Reconozco que se me hizo un nudo en la boca del estómago y me embargó la emoción. No sabría explicar qué razones justificaban esa sensación, pero el caso es que para mí y para Lourdes, mi mujer, ha sido uno de esos pequeños instantes inolvidables que pasarán a la galería de nuestros recuerdos comunes, al igual que le ocurrió a muchos de los presentes.

domingo, 6 de julio de 2008

Amador Rivera Pavón, reencuentro en la red

En varias ocasiones me he referido a la sorprendente capacidad que tiene Internet, y más concretamente la blogosfera, para propiciar el reencuentro con viejos amigos de los que hace tiempo que uno no tiene noticias. El último caso es el de Amador Rivera Pavón, una de las personas de las que más he aprendido en el ejercicio del periodismo y con quien compartí la excitante aventura de convertir el viejo Extremadura, de un periódico local de Cáceres, en un periódico regional; además de coincidir varios años en puestos de responsabilidad en RTVE en Extremadura.
Después de un tiempo sin saber mucho el uno del otro, ahora nos encontramos de nuevo tras haberme localizado él a través de un comentario en este blog.
Y su actualidad más reciente tiene que ver con la literatura, pues veo que hace poco ha publicado una novela en la editorial Bubok, con un título inequívoco: Los huérfanos de Lenin. Para los que puedan estar interesados, a continuación reproduzco un resumen de la misma.
SINOPSIS
La novela gira en torno a un personaje, Arturo Molano, que dedicó su vida a sus ideas. Cuatro veces huérfano: La primera, de padres, fusilados al inicio de la guerra civil; la segunda de su tío, que pertenecía al bando vencedor y le recogió al morir sus padres, aunque no hizo nada por evitar esas muertes; de quien le introdujo en sus ideas y, la última y más dolorosa, por la muerte del comunismo.
Con esas cuatro orfandades escritas en una especie de testamento, se va a un programa de televisión para vengarse de la sociedad, lo que hace finalmente, suicidándose en directo. Un suicidio que los responsables de la cadena aprovechan hasta la náusea, aunque finalmente su presentador, un ser endiosado y con el éxito como única ideología, acaba por identificarse con Arturo, aún sin compartir sus ideas.