sábado, 23 de enero de 2010

Haití, emoción y educación

Sobre la tremenda catástrofe de Haití, que se ha unido a la desastrosa situación del país antes del terremoto, se ha escrito y dicho casi todo. Por lo tanto no es mi intención insistir en ello. Lo que quiero con estas líneas es comentar uno de esos momentos de emoción que a veces surgen inesperadamente y que te dejan casi paralizado.
Ocurrió en la tarde del viernes, mientras escuchaba el programa de Gemma Nierga en la Cadena SER. Entrevistaba a uno de los bomberos de la Comunidad de Madrid que acababan de regresar de Haití. El hombre explicaba, con tono sensiblemente cansado, lo que había visto y vivido. Destacaba el enorme trabajo y esfuerzo de hombres y mujeres deplazados al país caribeño para participar en las labores de rescate: bomberos de varias comunidades autónomas, médicos catalanes, ertzainas, policías nacionales, etc. Para todos ellos tenía palabras de elogio.
Casi al final de la entrevista, Gemma Nierga le preguntó por lo que más le había impresionado y el bombero, sin dudarlo un instante, dijo que el ver las escuelas absolutamente arrasadas, que no quedaba ni una sola en pie. Y a continuación recordó que había recogido de una de ellas un estuche escolar, un plumier, y que se lo había llevado para dárselo, a la vuelta, a sus dos hijos, para que siempre recordaran la importancia que tiene la educación para el desarrollo de un país, y apreciasen lo afortunados que son. En ese momento al bombero se le quebró la voz y ya no pudo continuar. Se hizo un silencio en el que cientos de miles de oyentes seguro que sintieron la emoción contenida de todos los que estaban en antena. A mí, personalmente, se me encogió el alma, sentí una tremenda opresión en la garganta y noté que los ojos me enrojecían. Tras unos instantes eternos, el silencio en radio pesa como una losa, el programa consiguió continuar.

Resulta muy edificante, y una auténtica lección, que un hombre como este bombero, que ha visto la cara más dura de la tragedia, sea capaz de una reflexión tan lúcida como esta, poniendo a la educación y a la cultura en el centro de las esperanzas de futuro de Haití. Recordándonos a todos que, sin ambas cosas, las personas apenas somos nada y las sociedades están condenadas al fracaso más estrepitoso, como ya lo era Haití antes del terremoto.

domingo, 10 de enero de 2010

La época del despilfarro, terminada para siempre

Lo que a primera vista podría pensarse que es el titular de cualquier medio de comunicación actual, corresponde, ni más ni menos, a una noticia del desaparecido El Noticiero Universal de Barcelona, fechada el 27 de febrero de 1980.
Esta curiosidad, que deja en evidencia la escasa capacidad que tenemos los humanos para aprender de nuestros errores, la encontré el otro día revisando papeles viejos en casa de mi madre, en Premià de Mar. La noticia se refiere al Foro Científico de Hamburgo, que se celebraba por aquellas fechas, en el que por primera vez autoridades políticas del Este y Oeste europeo, más Estados Unidos y Canadá, se reunían para escuchar la opinión de los científicos antes los inminentes retos de una humanidad que ya había vivido la primera de las grandes crisis energéticas de final de milenio. En su información se recogían unas declaraciones del físico, y por entonces presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el profesor Carlos Sánchez del Río, en las que decía que la época de la abundancia y del despilfarro ha terminado para siempre.
Entre los principales retos para la comunidad científica internacional se mencionaba la escasez generalizada de recursos, sobre la que Sánchez del Río decía que la escasez de energía es sólo el primer aviso. Hará falta aprovechar nuevas fuentes de energía, reciclar los recursos no renovables y evitar el gasto superfluo de cualquier clase de bienes. Es un programa mixto que requiere el esfuerzo de científicos y de políticos conjuntamente.

30 años después, tras la reciente experiencia fallida de Copenhage, parece más que evidente que se ha avanzado muy poco y que es bastante escaso lo que hemos aprendido.