Bueno, así quedaron las cosas y yo no volví a darle vueltas al asunto hasta ayer cuando, por primera vez en la presente edición, me entretuve a ver el final de etapa del Tour de Francia. ¡Qué carrerón, qué espectáculo! el vivido durante la ascensión y descenso del Tourmalet, el tramo de enlace hasta los pies del puerto de Hautacam y la subida, en la que un equipo aparentemente menor, el Saunier-Duval, hizo doblete en la cima (no recuerdo muchos en los años que llevo viendo pruebas ciclistas por televisión). Y para postre, el ganador, Piépoli, es un veterano de 36 años (un jovencito a mi lado, ¡je, je!) que lograba su primera etapa en el Tour, después de haber logrado ya, en su dilatada carrera profesional, triunfos en las otras grandes: Giro y Vuelta.
El caso es que la visión de la etapa, las panorámicas del Tourmalet, la remembranza de jornadas épicas de ciclismo entre sus curvas, me hizo revivir el gusanillo y renovar el compromiso: el año que viene tengo que subir el puerto más mítico de los Pirineos. Estaré camino de la cincuentena y qué mejor homenaje me puedo dar que conseguir un reto de este tipo.
Por lo tanto, Tourmalet, ¡nos vemos en 2009!.
1 comentario:
PUES EMPIEZA A ENTRENAR, QUERIDO JAVIER, Y COMER MENOA RILLETTES
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