domingo, 4 de mayo de 2025

Cómics que ayudan a entender mejor los conflictos de Oriente Próximo

Para quienes ya rebasamos la sesentena, Oriente Próximo (en muchos casos denominado también Oriente Medio por influencia del inglés y del francés) forma parte de nuestra memoria colectiva. Guerra de los Seis Días, Septiembre Negro, Múnich 1972, guerra del Yom Kipur, guerras del Líbano, masacre de Sabrá y Chatila, asesinatos de Anwar El-Sadat e Isaac Rabin, intifadas o Primavera Árabe, son nombres de acontecimientos que nos han acompañado a lo largo de nuestras vidas. 
Ahora, la zona vuelve a estar en primera línea de la actualidad. Primero fueron los atentados terroristas de Hamás en octubre de 2023. Después, la desproporcionada respuesta israelí, que podemos tildar de autodefensa genocida, sobre la población civil palestina en Gaza y también en Cisjordania. 
En los últimos años el cómic se ha mostrado como una herramienta eficaz para tratar temas complejos en profundidad. En el caso de los conflictos de Oriente Próximo, diversas obras nos ayudan a entender mejor tanto su origen, como la realidad de las sociedades en las que se producen. 
Por eso, a continuación, paso a recomendar algunos de los que considero más interesantes y que mejor sirven a este propósito de comprensión de lo que ocurre. 


Café Budapest (Astiberri). Alfonso Zapico (Blimea – Asturias, 1981) centra la historia en el entorno de un café de Palestina que da nombre a su libro. Un lugar aún bajo tutela de Gran Bretaña, en el que árabes, judíos y occidentales discuten de política, de economía, de arte, juegan a las cartas, beben… En definitiva, conviven. 
Sin embargo, ese mundo de aparente armonía desaparece cuando el 14 de mayo de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas confirma la creación del Estado de Israel. 
A partir de ahí, Zapico nos va mostrando el permanente deterioro de la situación, cómo los antiguos amigos se convierten en enemigos, sin más razón que los eslóganes maliciosos. También cómo la indiferencia de la fuerza tutelante británica da alas a la injusticia, los desmanes y el triunfo del terrorismo. 
Y como suele ocurrir, en medio de esta hecatombe, lo primero en flaquear es la comprensión hacia quienes no cumplen con las expectativas de los suyos. Como la del joven protagonista judío que no quiere seguir las directrices violentas de los sionistas. 
Palestina (Planeta Cómic). Publicado por primera vez en 1996, es el primer gran trabajo de historieta periodística creado por el maltés-estadounidense Joe Sacco (Kirkop - Malta, 1960), una de las máximas figuras de esta nueva forma de hacer periodismo.  Sacco, para ofrecer el contexto humano sobre la población palestina, que pensaba faltaba en las informaciones sobre el conflicto árabe-israelí, viajó a Palestina durante dos meses, entre finales de 1991 y principios de 1992.
Allí se sumergió en la realidad que estaba viviendo la población de Gaza y de Cisjordania: charló con manifestantes, entrevistó a personas encarceladas, deambuló por los mercados, compartió mesa con agricultores, vio las dificultades para tener una educación normalizada, estuvo visitando enfermos y heridos en los hospitales… 
Todas esas experiencias las plasma a través de un dibujo minucioso y unos textos densos -no hay que olvidar que se trata de un reportaje periodístico en forma de cómic-. 
Como el propio autor explicaba, lo que le interesaba era mostrar a los palestinos como personas: enojadas, tristes, capaces de vivir sus vidas en medio de todo, con todos esos atributos en los que pensamos cuando pensamos en la humanidad.   Parece evidente que hoy en día, mayo de 2025, todo lo que Sacco describía en su obra ha quedado rebasado, con creces, para peor. Planeta Cómic acaba de reeditarla con nuevo diseño de portada, extras y páginas a color.
 
El árabe del futuro (Salamandra Graphic). El dibujante Riad Sattouf (París, 1978), hijo de madre francesa y padre sirio, inició en 2014 la publicación de esta monumental obra en seis tomos, cuyo subtítulo es Una juventud en Oriente Medio. A lo largo de la misma hace un relato autobiográfico, entre 1978 y 2011, desde su infancia hasta su juventud, viviendo en Francia, la Libia del dictador Gadaffi y la Siria dirigida por la familia El Asad. 
La amplitud temporal de la obra y la extensión de la narración, le permite ofrecer múltiples detalles de la vida cotidiana en estos países, desconocidos para la inmensa mayoría. 
Toma como protagonista a su padre, un profesor universitario obsesionado por el panarabismo, que renunció a una plaza en Oxford por enseñar en Trípoli. Por medio de él, Sattouf muestra también las enormes contradicciones y diferencias existentes, tanto en Siria y Libia, como en Francia. Contradicciones que, en el ámbito familiar, se manifiestan en la fe en la modernidad que tenía su padre, en el deseo de que el mundo árabe saliese de su subdesarrollo y eligiera su destino. Pero, al mismo tiempo, en el hecho de estar contra la democracia, creer en la pena de muerte y apoyar los gobiernos dictatoriales. 
Premio al Mejor Álbum en el Salón del Cómic de Angoulême 2015, ha sido un auténtico fenómeno editorial en todo el mundo, con más de tres millones y medios de ejemplares vendidos, habiendo sido traducido a 23 lenguas. 
Intisar en el exilio (Astiberri). El escritor y guionista Pedro Riera (Barcelona, 1965) vivió en Yemen durante un año, entre 2009 y 2010. También estuvo en 2011, durante las revueltas de la Primavera Árabe. Y en 2016 visitó Jordania y sus campos de refugiados. 
Fruto de sus vivencias crea el personaje de Intisar, una yemení en la que amalgama la personalidad y testimonios de decenas de mujeres que conoció durante las estancias antes citadas. Intisar busca ser una mujer libre e independiente, cosa difícil en un país como Yemen, profundamente machista. 
En un primer álbum, El coche de Intisar, en el que contó con los dibujos de Nacho Casanova (Zaragoza, 1972), Intisar encuentra un modo de liberación al volante de un coche. 
Años después, en 2019, recupera al personaje, ahora con dibujos de otro zaragozano, Sagar (1974). En este segundo libro juega con la paradoja de que la guerra civil yemení, y el exilio en Jordania, permite a Intisar tener más libertad y escapar, en parte, al control masculino. 
Con este personaje, Pedro Riera nos aproxima a la vida cotidiana, las esperanzas y la lucha por sus derechos de las mujeres de un país como Yemen, del que sabemos poco más que su actual implicación en el conflicto árabe-israelí. 
 
Otros cómics recomendados Aparte de las obras descritas con más extensión, hay otras tantas de interés que refiero brevemente: Mujer, vida, libertad (Reservoir Books). Volumen colectivo, coordinado por Marjane Satrapi (Rasht – Irán, 1969), con la participación de 16 historietistas de todo el mundo e iraníes. Surge a raíz de la muerte de la joven Masha Amini (Saqquez – Irán, 1999) a manos de la «policía de la moral» iraní, por no llevar bien puesto el velo. Una joven americana perdida en Israel (NORMA Editorial). En 2007 la estadounidense Sarah Glidden (Massachusetts, 1980) aprovechó el programa «derecho de nacimiento», que ofrece a todos los judíos del mundo una visita pagada a Israel. El viaje pondrá a prueba sus ideas preconcebidas sobre el conflicto entre Israel y Palestina. El juego de las golondrinas (Sins Entido). La libanesa Zeina Abirached (Beirut, 1981) nos ofrece el relato claustrofóbico de la vida cotidiana en el Beirut de la década de 1980, bajo los constantes bombardeos de su guerra civil. Kobane Calling (Reservoir Books). Tras dos viajes por Kurdistán (Turquía, Irak y Siria), el historietista italiano Zerocalcare (Arezzo, 1983) nos muestra la lucha del pueblo kurdo contra el Estado Islámico, la constante presión del ejército turco y la revolucionaria experiencia de autogobierno democrático en la zona de Rojava.

sábado, 1 de octubre de 2022

Activismo social y cultural (y 2): Colectivo Manuel J. Peláez

Mi relación con Zafra se remonta a 1990. Ese año, como responsable de RNE en Badajoz, visito por primera vez la localidad con motivo de su feria. Sin embargo, se trata de una vinculación esporádica y superficial, limitada a la cobertura informativa de su certamen ganadero o algún otro acontecimiento puntual.

Es en el año 2004, ya metido en otros menesteres profesionales, cuando conozco al que hoy es mi amigo y socio en +magín, José María Lama. Es a través de él que conozco a su círculo de amigos, con los que poco a poco yo también voy trabando amistad. Un grupo con recorrido, mayoritariamente vinculado a un partido político local, el Colectivo de Izquierdas (1998-2008). Entre estas personas tuve la oportunidad de conocer a Manuel José Peláez García y compartir algunos momentos con él. Profesor e historiador, fue concejal del Ayuntamiento de Zafra, y un referente para sus amigos y amigas que destacaban de él su tolerancia, responsabilidad y alegría.

Tras su fallecimiento en 2008, un buen número de las personas que habían estado en su entorno deciden poner en marcha una asociación inspirada en él, que de algún modo diera continuidad a su legado. Así es como nace, en 2010, el Colectivo Manuel J. Peláez.

Las socias y socios fundadores fueron Mercedes Santos Unamuno, Mª del Carmen Rodríguez del Río, Eva Arenales, Marisa Lozano, Antonio Tomillo, Antonio Morato, Mª Chilla Moreno, Ángela Lloret, Rosa Montaño, Manuel M. Belmonte, Paula Atienza, Adela Barbecho, Juan José Amaya, Juan Santos Rincón, José María Lama y José Francisco Gras. En la actualidad, el Colectivo tiene más de un centenar de socios y socias, entre los que me cuento.

Premio de microrrelatos

Entrega del X premio de microrrelatos
Siempre que he tenido la oportunidad de acudir a alguna de las múltiples actividades que organiza, me ha sorprendido la capacidad de convocatoria que tiene. Se nota ahí el arraigo en Zafra de quienes forman parte de él y los muchos años de implicación y trabajo en la localidad y en el entorno comarcal. Como señala en su presentación, el Colectivo se declara independiente de cualquier entidad pública o privada, carece de ánimo de lucro, funciona exclusivamente con personas voluntarias, y entre sus focos de interés destaca creación y promoción cultural, actualidad y derechos ciudadanos, desarrollo humano sostenible, laicidad y feminismos.

En esa línea, quizás la actividad de más impacto de cuantas desarrollan y que más proyección está teniendo es el Premio de Microrrelatos Manuel J. Peláez.

Instituido en 2013, este 2022 ha celebrado su décima edición. En este período de tiempo se han presentado al concurso -dotado con un premio de 1.200 € para el texto ganador- un total de 18.655 microrrelatos. De todos ellos, 464 se han incluido en los libros que anualmente se han publicado con una selección de los mejores trabajos de cada edición.

Para celebrar este aniversario, coincidiendo con la entrega del premio de la décima edición, se celebró el pasado 18 de junio un encuentro de microrrelatistas. Al mismo acudieron varias de las personas ganadoras de años anteriores, como Eva Limendoux (2016), Germán Vayón (2017), Pilar Alejos (2019), Margarita del Brezo (2020) y Ana Lluch (2021). Se ha dado la casualidad de que la psicóloga vallisoletana, residente en Ceuta, Margarita del Brezo, ha vuelto a ser la ganadora este año 2022 con su texto «Juego de niños».

En la entrega del premio, que tuvo lugar el 19 de junio, el actual presidente del Colectivo, José F. Gras, reivindicó la cultura como instrumento esencial para la convivencia democrática.

Fortalecimiento de la sociedad civil

Conferencia de Antonio Rodríguez de las  Heras
La intención del Colectivo ha sido, desde el primer momento, organizar o apoyar actividades socialmente comprometidas, innovadoras y de calidad, favorecer dinámicas de participación ciudadana y trabajar en red. En definitiva, fortalecer la sociedad civil.

Y desde luego que se han dedicado a ello con esmero y entusiasmo, como lo atestigua el sinfín de iniciativas, bien propias o ajenas, en las que se han implicado. Desde la preocupación por el desarrollo del mundo rural, hasta la lucha por la igualdad y contra la violencia de género, pasando por los retos de la izquierda, el derecho a morir dignamente o la situación de la justicia en España. Cualquier tema que suponga una profundización en los derechos ciudadanos y en la cultura democrática, tiene su espacio en charlas, talleres y foros.

De la amplia relación de personas que han participado en sus actividades, se pueden destacar nombres como los del catedrático de la Universidad Carlos III, Antonio Rodríguez de las Heras (1947-2020); la magistrada, jueza y exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena; o el historiador e hispanista, Ian Gibson.

También se han presentado nuevos formatos, que acercan la cultura y el arte de una forma distinta a la población. Así podemos mencionar la conferencia cantada que protagonizó Martirio en el Teatro de Zafra, el recital de poesía de José Manuel Díez «Duende Josele» en el Espacio para Creación Joven o la inauguración de la pieza escultórica «Homenaje a los liberales de Cádiz», del artista Juan Gila, instalada en la plaza del Alcázar de Zafra.

Una intensa actividad la que despliega el Colectivo Manuel J. Peláez, refrendada, como ya he mencionado antes, con una más que destacable respuesta ciudadana.

Personalmente, pese a no residir en Zafra, he asistido a algunas de ellas. Y siempre me han parecido de nivel, interesantes e instructivas. Y también me parece importante destacarlo, con una sensación de calidez y buena acogida hacia todas las personas que se aproximan al colectivo.

En definitiva, como señalaba al inicio de esta miniserie de dos artículos, otro buen ejemplo de activismo social y cultural, surgido de la denominada sociedad civil, fuera de los grandes núcleos urbanos. ¡Que cunda el ejemplo!

domingo, 11 de septiembre de 2022

Activismo social y cultural (1): Can Vallerià (Premià de Dalt)

Can Vallerià
Can Vallerià
Por razones personales conozco muy de cerca dos casos de activismo social y cultural, surgidos de la denominada sociedad civil. Me parecen ejemplos de cómo contribuir a la dinamización, a la creatividad y al pensamiento de la población desde lugares que no son precisamente grandes núcleos urbanos. El primero de ellos, al que me voy a referir hoy, es el de Can Vallerià – art, comunicació, territori, ubicado en la localidad barcelonesa de Premià de Dalt (10.419 habitantes). El segundo, del que trataré la próxima semana, es el Colectivo Manuel J. Peláez, con sede en la población pacense de Zafra (16.786 habitantes). Además, ambos comparten el hecho de articularse en buena medida en torno a la memoria de dos personas que nacieron el mismo año y que destacaron por su quehacer: el poeta Valerià Pujol i Bosch (1952-1992) y el profesor e historiador Manuel José Peláez García (1952-2008).

Can Vallerià – arte, comunicación y territorio 

Can Vallerià es una finca con masía situada en Premià de Dalt que conozco desde mi juventud. Allí residía el que fue mi primer profesor de catalán, Valerià Pujol, uno de los más destacados escritores de Catalunya en los años setenta y ochenta, premios Documenta (1981), de la Crítica (1981) y Carles Riba (1983).

A mediados de la década de los 70 del siglo XX, alrededor de su figura y su impulso se juntó un grupo de jóvenes escritores de la comarca de El Maresme (Martí Rosselló, Josep Bras, Maria Antònia Grau, Teresa d’Arenys… y Rafael Vallbona -mi amigo íntimo desde la infancia-). Se organizaron en el llamado Grup de Lletres del Taller Obert d’Expressió, cuya principal manifestación pública fue la edición del folleto La Font del Cargol, que más tarde dio lugar a la colección literaria «Quaderns de la Font del Cargol».

Casi cuatro décadas después, Rafael Vallbona y su cónyuge Adriana Pujol, hermana de Valerià, han puesto en marcha el proyecto para convertir la finca de Can Vallerià en un espacio abierto a la creatividad, el pensamiento y la difusión sobre arte, comunicación y territorio, tres elementos sobre los que Valerià Pujol y la familia vincularon su proyecto, tanto intelectual como vital, durante un siglo.

De este modo, el proyecto de Can Vallerià se define con una dimensión colectiva, abierta a cualquier persona y a toda la comarca de El Maresme, colaborativa, con una visión que parte de lo local, Premià de Dalt, para hacerse universal, y con una vocación de transversalidad, en la que todo tiene cabida, solo hace falta encontrar la forma de encajarlo.

Festivales poéticos, arte en la calle, casitas-biblioteca

Desde 2015, cuando echó a andar el proyecto, su labor ha sido intensa. Poco a poco, pero sin pausa, se ha ido convirtiendo en un referente cultural, no solo para el municipio de Premià de Dalt, sino para toda la comarca. Su crecimiento le ha llevado a constituirse como asociación cultural, ampliando el número de personas implicadas en su funcionamiento.

La distancia, hay 1.042 km entre Badajoz y Can Vallerià, no me ha permitido ser un asiduo de sus actividades, pero sí que he asistido con cierta regularidad a algunos de sus actos y presentaciones y he podido constatar su evolución, creciendo cada año en la complejidad y calidad de su oferta.

Fiel a su principio de transversalidad, en estos años su actividad ha sido una combinación multidisciplinar en la que han tenido cabida poesía, teatro, novela, música, memoria histórica, pintura, escultura, cerámica…

A modo de ejemplo, el pasado 26 de agosto de 2022 tuvo lugar la séptima edición del festival «Poetes sota la lluna», que se desarrolló en la era de la masía. Como acto central del «Any Valerià Pujol», que ha conmemorado el 70 aniversario del nacimiento del poeta, en esta ocasión se ha hecho un espectáculo inédito y de producción propia. Ha consistido en una antología de su obra, interpretada por la actriz y rapsoda Cinta Massip y con el músico Toti Soler a la guitarra. Previamente, la primera parte contó con las intervenciones de dos poetas eminentes como son Susanna Rafart (Premio Miquel de Palol y Cavall verd 2021) y Francesc Parcerissas (Premio Nacional de Cultural 2015).

Casita-biblioteca

Particularmente, entre las acciones que más me gustan y que creo que mejor definen el espíritu de Can Vallería están la casita biblioteca y los murales cerámicos del proyecto «Finestres». Se trata de dos iniciativas que sacan la cultura a la calle de una forma permanente, para el disfrute de cualquier persona.

El primero, con el título La petita biblioteca que no tanca mai (La pequeña biblioteca que no cierra nunca), forma parte de la red global sin ánimo de lucro Little Free Library, organización que reúne más de 100.000 casitas biblioteca de todo el mundo. Se trata de una pequeña casita de madera y vidrio, situada en la fachada exterior de la finca, aportación desinteresada del artesano Bertu Martí. Funciona como una biblioteca libre: siempre hay libros disponibles a través del intercambio, cualquiera puede coger y aportar libros, de modo hay una constante renovación de su fondo.

Proyecto "Finestres"
Por su parte, el proyecto «Finestres» consiste en la creación de un museo mural mediante la transformación de las antiguas ventanas de un porche que da a la calle en sendas obras cerámicas y pictóricas. Su nexo común es la relación y el diálogo entre ellas y el entorno, de tal modo que las dos primeras hacen referencia a algunas de las personas de la familia: L’ombra d’en Joanet, de la escultora, ceramista y pintora Madola; y Lletres de Can Vallerià, del pintor Joan Pasqual. El proceso creativo de estas obras se puede ver en una pieza audiovisual enlazada aquí. 

El renacimiento de «Quaderns de la Font del Cargol»

Al calor de la plataforma de actividades culturales que es Can Vallerià, algunos miembros que en su día formaron parte del mencionado Taller Obert d’Expressió retomaron en 2016 el sello editorial «Quaderns de la Font del Cargol». Integrado en 9 Grup Editorial -Cossetània Ediciones, Angle, Lectio, Quorum, Eumo-, su objetivo es publicar obras de autores de la comarca de El Maresme y de todo el ámbito de la lengua catalana. Funcionando por un sistema de suscripción, hasta la fecha han publicado veintidós títulos, con una nómina de autores que incluye nombres como los del recientemente fallecido Vicenç Pagès Jordà, Pep Bras, Jordi Bilbeny, Toni Cabré, Emília Illamola o M. Antònia Grau, aparte de obras del propio Valerià Pujol, el epistolario entre Feliu Formosa y Josep M. Benet i Jornet, y algunas antologías y recopilatorios.

A todos ellos se unen, bajo la denominación «Llibres mínims», otras siete obras en formato digital y de acceso gratuito a través de la web.

Me consta el esfuerzo, el cariño y la dedicación con la que impulsan este proyecto Adriana Pujol y Rafael Vallbona, junto a un buen puñado de personas que los acompaña, como su hija la periodista Teresa Vallbona, el activista cultural Albert Calls o el diseñador Ramón Martínez, entre otras.

Como suele decir Rafael Vallbona, mi amigo de siempre, tengo miles de ideas de cómo gastar el dinero… Y como demuestran día a día, una forma excelente de hacerlo es dinamizando social y culturalmente el entorno en el que viven y, por extensión, gracias a la nueva realidad digital, a todos aquellos que de alguna manera se aproximan a la actividad de Can Vallerià – Art, comunicació, territorio.