
Aún así, salvando la distancia temporal, es un libro muy interesante con el que me encontré en mis primeros escarceos como aficionado al estudio de los tebeos. Refiriéndose a la influencia que los clásicos como Alex Raymond, Burne Hoggarth, Harold Foster o Milton Canniff, tuvieron sobre los niños españoles de la posguerra, Terenci se mojaba con comentarios como el siguiente: “El cómic clásico fue, para el niño español de los primeros años 40, el gran refugio en un mundo hundido en el pesimismo. Lo mismo que habían sido, diez años antes, para el americano medio de la era de la depresión. Pero el cómic nativo, para el niño de los primeros años cincuenta, ya fue opio”.
Su análisis de la Escuela Bruguera, su visión del contexto social en el que se desarrolló y sus teorías sobre la homosexualidad de los superhéroes, le confieren un atractivo que no ha mermado con el paso del tiempo.
1 comentario:
Aparte de las bondades del libro, que no son pocas, tener en las librerías un libro de Terenci Moix que reivindica el cómic como un medio cultural de primer nivel sólo puede ayudar al reconocimiento del medio (y de sus profesionales y lectores). Lo del cambio del título también me parece una bobada, pero supongo que Ana María Moix, directora editorial de Bruguera, tendrá alguna buena razón.
Lastima que Bruguera no se anime a publicar los comics de los autores de la escuela Bruguera, sería una delicia reencontrarse con Anacleto, Sir Tom OTheo, Doña Urraca y compañía.
Enhorabuena y ánimo con el blog.
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