Veo con una cierta aprensión, ¡bueno, con mucha aprensión!, que mi última incorporación a Trazo de Tinta, se remonta al ya lejano 18 de mayo de 2008. Sólo al percatarme realmente del tiempo transcurrido me doy cuenta de lo que ha sido este último mes y medio, inmerso en una auténtica vorágine laboral y personal que no me ha dado respiro y que me ha hecho descuidar lo que, en teoría, debía ser un pequeño desahogo a mis pulsiones periodísticas. Me imagino a alguno de los amables amigos que de tanto en tanto se asoman a este blog preguntándose por el estancamiento del mismo.
Lo cierto es que en muchos momentos le he estado dando vueltas a temas, a aspectos de la actualidad, a noticias del ámbito personal, que eran susceptibles de aparecer en el mismo, pero al final de la jornada, cuando realmente le tenía que dedicar unos minutos, lo que menos me apetecía era abrir de nuevo el ordenador, entrar en la red y escribir. Prefería dedicar unos minutos a leer algo que no tuviera que ver con el trabajo o, directamente, intentar aprovechar el sopor del momento para conciliar un sueño que al poco tiempo huía en la noche como alma en pena.
Espero que en el estreno de este mazazo canicular que nos recuerda estos días que el verano existe, pueda retomar el ritmo bloguero y seguir encontrando en la red ese pequeño espacio para la reflexión, el debate y el comentario sobre los temas que me divierten, ocupan y preocupan.
Mientras, para ilustrar este comentario, recupero uno de los momentos más emotivos de estos últimos tiempos: la entrega a mi hija Silvia del sexto premio del certamen de jóvenes talentos que, organizado por Coca-Cola, la distinguió entre más de 180 trabajos presentados en la provincia de Badajoz. Todo un espaldarazo a su afición a la lectura y a la escritura, máxime cuando en la prueba realizada en el Salón de Actos de la Facultad de Económicas y Empresariales de la Universidad de Extremadura en Badajoz, improvisó su texto a partir de las palabras clave que les entregaron, sin encajarlas en una redacción previamente preparada para la ocasión.
Su relato, una reflexión sobre la emigración, el egoísmo individual, los estragos de los paramilitares en Centroamérica y la facilidad con la que nos acostumbramos a lo bueno, fue muy comentado por jurado e invitados durante el acto en el que se reunieron y premiaron a los seis mejores trabajos de la provincia. Para mi hija, a sus 13 años, más que el galardón o el premio en sí, lo que más le satisfizo fue comprobar que su trabajo había tenido repercusión entre las personas que lo habían leído y les había llevado a la reflexión.
1 comentario:
Por casualidad he leído tu blog y quiero darte la enhorabuena ( o mejor a Silvia) por el premio que ha conseguido que, como es natural, te tendrá con el babero puesto. Dale un beso de mi parte. Por cierto, aunque no se si lo sabes, yo también tengo un blog, para no exidarme, y acabo de publicar una novela. Se llama "los huérfanos de Lenin" y la he publicado en Bubok.
Un abrazo para todos. Amador
Publicar un comentario