Este fin de semana los medios de comunicación se han hecho eco del reciente anuncio del inicio del rodaje de una película biográfica sobre una de las figuras clave de la historieta española: Manuel by Vázquez.
La película está dirigida por otro creador que dió sus primeros pasos en el ámbito de la narrativa ilustrada, Óscar Aibar, quien hizo sus pinitos como guionista en publicaciones como Cimoc, Zona 84, El Víbora o Cairo, con la firma Oscaraibar.
Pero más que referirme a lo que puede ser la película, información facilmente accesible en multitud de lugares de internet, lo que quiero es hablar del personaje: Manuel by Vázquez.
Vázquez fue un personaje de un extraordinario talento creativo y, al mismo tiempo, un individuo que rehuyó voluntaria e intencionadamente cualquier catalogación social, cualquier encasillamiento. Capaz de pasar de la opulencia a la miseria en un instante, totalmente díscolo ante cualquier disciplina y norma, mujeriego sin límites. Pero, y por eso todos le soportaban, un auténtico genio.
Yo tuve la oportunidad de entrevistarle en un par de ocasiones. La primera de ellas en su piso de Barcelona, creo que por aquél entonces residía en la zona de la Avenida de la Meridiana. La entrevista, cuyas viejas cintas de cassette guardo como oro en paño, se la hicimos un compañero de la universidad y yo, el día 16 de mayo de 1980. El objetivo conocer su opinión y sus puntos de vista para un trabajo que estábamos haciendo, con el que queríamos demostrar que las relaciones de producción y las condiciones de trabajo de los creadores españoles de tebeos, tenían incidencia directa en el resultado final de su obra.Huelga decir que Manuel Vázquez se explayó a gusto en un tema en el que pudo poner a caldo al mundo editorial hispano y, muy especialmente, a una editorial Bruguera que ya estaba en horas más que bajas. Al margen de lo que nos explicó, la entrevista fue digna del personaje, empezando por el hecho de que a mi compañero se le habían roto los pantalones. Ni corto ni perezoso, Vázquez le hizo quedarse en paños menores, mientras le pasaba los pantalones a su compañera del momento para que los zurciese.
Mi segundo encuentro directo con by, fue ya en los años 90, con motivo de la edición del Salón del Cómic de Barcelona en la que le otorgaron un premio por el conjunto de su obra. Vázquez había dado un cambio absoluto a su trayectoria y firmando como Sappo se dedicaba a historietas eróticas en Makoki y El Víbora. Todavía recuerdo las pestes que echaba de Editorial Bruguera y de su continuadora, Ediciones B, de la que decía que se dedicaba a reeditar una y otra vez su obra, sin reconocerle el más mínimo derecho de autor. Un tiempo después también se dedicó con acierto a las tiras de actualidad, en las páginas del diario El Observador.
Vázquez fue, de algún modo, una reencarnación moderna del pícaro, como quedó plasmado en muchísimas historietas que él protagonizó como personaje, desde Los cuentos del tío Vázquez, hasta el moroso de la buhardilla de la 13 rue del Percebe.
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