domingo, 8 de mayo de 2011

Blast. Bola de Grasa 1: la introspección antisocial

El francés Manu Larcenet (1969) se ha revelado en los últimos años como uno de los creadores más interesantes del panorama internacional de la historieta.
Su último trabajo publicado en España por Norma Editorial es Blast. Bola de Grasa 1, un amplio volumen de más de 200 páginas, que pronto tendrá continuidad, pues Dargaud ya ha editado en Francia la segunda de las entregas, bajo el título L'Apocalypse selon Saint Jacky.
Se trata, sin duda alguna, de una obra ambiciosa, pues el propio autor la plantea como su obra maestra, lo que no deja de ser algo pretencioso.
El caso es que su lectura resulta muy sorprendente, tanto por su planteamiento narrativo, como por el trabajo gráfico que lo desarrolla.
En esencia, esta primera entrega nos presenta a un personaje que pretende vivir al margen de la sociedad y de todo tipo de convenciones: se trata de Polza Manzini, un hombre extremadamente obeso, que se ganaba la vida, más o menos, como escritor gastronómico y que un día decide romper con todo y buscar un lugar al margen de la sociedad, ¿o no?
Conocemos a Polza en el transcurso del interrogatorio al que le somete la policia para desentrañar las claves de lo que ha pasado por su cabeza para hacer lo que le hizo a Carole. Pero ¿qué le hizo? No lo sabemos. El autor, Manu Larcenet juega con el espectador al gato y al ratón, del mismo modo que elprotagonista, Bola de Grasa, lo hace con los policías que intentan sonsacarle.
A partir de este enfoque inicial, cuyas claves lógicamente esperamos que se vayan desarrollando en los próximos volúmenes de la serie, la historia se desarrolla a través de constantes viajes de ida y vuelta al pasado y al presente, a través del que Polza va desenredando la madeja de sus vivencias, de sus pensamientos, de sus reflexiones. Quizás este sea uno de los puntos más discutibles de este trabajo de Lacernet, pues hay momentos en los que quizás peca de un tono algo pedante, excesivamente plumbeo y pretenciosamente filosófico. Son momentos, que no empañan, a mi entender, el vigor de la obra, pero lo socavan un poco.
Mención especial merece la parte gráfica de Blast, en la que el autor hace un auténtico ejercicio estilístico que engarza a la perfección con el tono y el contexto de la historia. El uso de los blancos y los negros, de una extensa gama de grises, lograda con unas magníficas aguadas, me recuerda por momentos algunas de las imágenes de los grabados de Goya, transmitiendo toda la tensión, angustia y desvarío de Polza.
Esta oscuridad, mental y social, sólo se rompe en unas pocas páginas, en dos momentos del libro, en los que el protagonista logra alcanzar un estado de ingravidez, de suspensión entre el mundo real y el mundo imaginario, entre la tierra y el cielo, que precisamente es el Blast. En estas pocas páginas Lacernet recurre a una explosión de color mediante dibujos infantiles. De hecho es una incursión que podríamos enmarcar en el realismo mágico.
Blast es una obra en la que, a partir de la introspección antisocial del protagonista, hace un viaje nada amable por muchos de los recovecos más dudosos de las personas como seres sociales. Uno de los ejemplos que lo ilustra es la singular "República come miseria", situada de incognito en una parcela en regeneración de la Oficina Nacional Forestal de Francia. Se trata de un grupo de personas que, año tras año, se apartan durante meses de la sociedad, desde hace décadas, y se aíslan en un poblado casi chabolista. Como dice uno de los personajes: "¡Como soy el único francés aquí, he aprendido más lenguas extranjeras que en la escuela! En los años 70 hablaba español, italiano, portugués, ..., luego empecé a aprender árabe. Hoy aprendo el ruso, el polaco y el checo ...", para añadir a continuación, "de todos modos pasamos de las lenguas ... ser un comemiseria no es una nacionalidad, es una condición...".
Blast es una obra poco convencional que, pese a sus defectos, resulta altamente recomendable para quien aproximarse a otro tipo de historietas. Esperamos que en el segundo tomo se confirmen las buenas vibraciones que ofrece el primero y se corrijan algunos de sus vicios, entre ellos ese toque pedante que en algún momento puede llegar a incomodar.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Para nada me parece pedante, es más, me ha gustado tanto que quisiera saber para cuándo se editará en castellano Blast 2.