jueves, 19 de febrero de 2009

Gasca, Gubern y las onomatopeyas

Mi querido amigo José María Lama se ha reincorporado al trabajo tras un tiempo de baja. Conocedor de mi afición por la historieta, ha tenido a bien obsequiarme con un hermoso libro, tanto por su contenido, como por la edición realizada por Cátedra, en su colección Signo e Imagen: Diccionario de onomatopeyas del cómic.
Con este volumen, sus autores, Luis Gasca y Román Gubern, vuelven a la senda iniciada veinte años antes con la publicación de El dircurso del cómic, en la misma editorial y colección. En 1988 dedicaban su trabajo a revisar buena parte de los elementos que constituyen el fundamento de la narrativa dibujada, desde los símbolos cinéticos, hasta los globos, pasando por estereotipos, metáforas visuales, etc. Entre ellos, por supuesto, estaban las onomatopeyas, a las que dedicaban apenas diez páginas que, en el nuevo libro, se convierten en más de cuatrocientas.
La obra responde rigurosamente al planteamiento que se deduce de su título y, por lo tanto, estamos ante un diccionario, aunque todas sus entradas no se correspondan estrictamente con lo que son las onomatopeyas. A lo largo del mismo se van sucediendo ilustraciones y explicaciones sobre cada una de las onomatopeyas, intentando aclarar los orígenes de la misma, su mayor o menor utilización. Al mismo tiempo la obra supone un compendio visual de lo más destacado de la historia de los tebeos.
Una buena aportación de una de las más veteranas parejas de teóricos del arte visual en nuestro país y en Europa, hermanados además por su común afición al cine y a la historieta. Luis Gasca, junto a Terenci Moix y Juan Antonio Ramírez, fue de los primeros autores a los que me aproximé en mis adolescentes años del Instituto Alejandro Satorras de Mataró, cuando aprovechaba el tiempo entre las clases de la mañana y las de la tarde para ir a la Biblioteca de la Caja de Ahorros Layetana. Un interés por el estudio de los tebeos que se acrecentó tiempo después, ya en la universidad, con la lectura del imprescindible El lenguaje de los cómics y el privilegio de haber podido tener como profesor a su autor, el mismísimo Romà Gubern.

martes, 10 de febrero de 2009

Berlusconi: Il Cavaliere impresentable

Hay personajes en el mundo que me producen auténticas náuseas. Uno de ellos es Silvio Berlusconi. El denominado Cavaliere, es un auténtico ejemplo de lo que es un impresentable, por no añadir sus cada vez más evidentes devaneos fascistoides.
Y lo que a muchos sin duda sorprende y llena de estupor es que un individuo de su catadura moral pueda estar, de nuevo, ocupando la presidencia del Gobierno de un país europeo y supuestamente democrático como Italia. Creo que es la peor evidencia del estado de podredumbre que en el que se encuentran algunas de las sociedades más desarrolladas.
Poco puedo añadir a lo mucho que se ha dicho y escrito sobre él. Sólo que nada de lo que pasa es nuevo, ni tan siquiera sorpresivo.
Las primeras referencias directas que tuve de Berlusconi se remontan al otoño del año 1985.
En aquél momento, con el apoyo de la Diputación Provincial de Barcelona, un grupo de gabinetes de prensa municipales, agrupados en torno a la ACIAL (Asociación Catalana de Informadores de la Administración Local), hicimos un viaje a Italia para conocer de cerca el fenómeno de las emisoras locales de radio y de televisión.
Ya entonces se nos habló de los tejemanejes de
Don Silvio para cercenar cualquier tipo de competencia en el sector audiovisual y cómo bloqueaba los derechos de emisión de cualquier producción nacional, o extranjera, medianamente interesante. Le importaba más bien poco aprovechar después ese material. El caso es que los demás no tuvieran acceso a él.
A partir de aquél momento Berlusconi ha sido una presencia constante, con sus actitudes groseras y chulescas, sus procesamientos judiciales, sus oscuros negocios, su machismo indisimulado, su utilización para beneficio personal de las estructuras del Estado italiano, su racismo incontestable, su connivencia con un neofascismo rampante y con los más rancios resortes del conservadurismo.
¡Y ahí está, al frente del Gobierno de Italia!. Ya lo decía el bueno de Obelix: ¡Están locos estos romanos!