Mi querido amigo José María Lama se ha reincorporado al trabajo tras un tiempo de baja. Conocedor de mi afición por la historieta, ha tenido a bien obsequiarme con un hermoso libro, tanto por su contenido, como por la edición realizada por Cátedra, en su colección Signo e Imagen: Diccionario de onomatopeyas del cómic.
Con este volumen, sus autores, Luis Gasca y Román Gubern, vuelven a la senda iniciada veinte años antes con la publicación de El dircurso del cómic, en la misma editorial y colección. En 1988 dedicaban su trabajo a revisar buena parte de los elementos que constituyen el fundamento de la narrativa dibujada, desde los símbolos cinéticos, hasta los globos, pasando por estereotipos, metáforas visuales, etc. Entre ellos, por supuesto, estaban las onomatopeyas, a las que dedicaban apenas diez páginas que, en el nuevo libro, se convierten en más de cuatrocientas.
La obra responde rigurosamente al planteamiento que se deduce de su título y, por lo tanto, estamos ante un diccionario, aunque todas sus entradas no se correspondan estrictamente con lo que son las onomatopeyas. A lo largo del mismo se van sucediendo ilustraciones y explicaciones sobre cada una de las onomatopeyas, intentando aclarar los orígenes de la misma, su mayor o menor utilización. Al mismo tiempo la obra supone un compendio visual de lo más destacado de la historia de los tebeos.
Una buena aportación de una de las más veteranas parejas de teóricos del arte visual en nuestro país y en Europa, hermanados además por su común afición al cine y a la historieta. Luis Gasca, junto a Terenci Moix y Juan Antonio Ramírez, fue de los primeros autores a los que me aproximé en mis adolescentes años del Instituto Alejandro Satorras de Mataró, cuando aprovechaba el tiempo entre las clases de la mañana y las de la tarde para ir a la Biblioteca de la Caja de Ahorros Layetana. Un interés por el estudio de los tebeos que se acrecentó tiempo después, ya en la universidad, con la lectura del imprescindible El lenguaje de los cómics y el privilegio de haber podido tener como profesor a su autor, el mismísimo Romà Gubern.
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