
Este es el marco en el que se desarrolla La última partida, publicada por Norma Editorial, y que supone el regreso de uno de los autores más peculiares del ámbito tebeístico europeo: Didier Comés.
Y como es norma en él, tan adicto a mezclar realidad con fantasía, en ese campo de batalla en el que los seres humanos se enfrentan a sus más profundos miedos, en el que la angustia y la tensión se agolpa como un vómito, Comés incorpora a esos seres evanescentes, fantasmales, que como pepitos grillos de la humanidad, ponen el contrapunto irónico, mordaz y escatológico a la crueldad y dramatismo de las situaciones.
En este caso tenemos la casaca, pantalones y gorra de un soldado de la guerra del 14 (es lo único que encontraron de él); un granjero del que solo se conserva su calavera tuerta y que se considera fantasma de sí mismo; un maestro de escuela muerto de cirrosis que se cree Jesucristo; un cura y un sacristán encarnados en el cuerpo de dos cuervos; los fantasmas de un niño que juega a ser soldado y de una niña que juega a ser enfermera (víctimas del bombardeo aliado a su poblado); y el fantasma de una gata.
Con estos mimbres, Comés entrelaza un historia en la que por momentos los limites entre realidad y ficción son nebulosos, como lo son los lindes entre la vida y la muerte en cualquier guerra.
No alcanza el autor belga los elevados niveles poéticos de algunas de sus obras anteriores, como La casa donde sueñan los árboles o Silencio, pero aún así es capaz de llevarnos a ese terreno onírico, para el que le resulta muy eficaz su utilización de las grandes masas de blancos y negros, que se acentúa aún más a mitad de la historia con los paisajes nevados que contribuyen a la irrealidad de cuanto acontece.
Francamente efectivas y bien resueltas las escenas bélicas, en las que me parece ver más patente que otras veces la impronta estética de Hugo Pratt y de Milton Caniff. En definitiva una obra que, sin ser excecional, es más que interesante y que nos recuerda una vez más que la historieta es narrativa dibujada, que gana cuando tiene un argumento que la estructura adecuadamente y que además puede ser un soporte ideal para remover conciencias e incitar reflexiones.
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