Mi viaje del pasado fin de semana a Edimburgo para ver el Escocia-Nueva Zelanda del Mundial de Rugby me ha servido, entre otras cosas, para ratificarme una vez más en la vigencia de una de mis teorías favoritas, a la que en alguna ocasión ya he recurrido en este blog: el Mundo es un pañuelo, sucio, pero un pañuelo.
Los dos ejemplos que voy a describir la ejemplifican perfectamente.
1.- En el hotel en el que me alojo me encuentro con cuatro pacenses, veteranos jugadores de rugby, que siguen reuniéndose para celebrar competiciones con rivales de Cáceres, de Andalucía, de varios lugares de Portugal, etc. Sus nombres son Rafael, Elías, Marco y Jose. En el estadio de Murrayfield ocupan una filas más atrás de mi localidad, en la zona sur del campo. Una vez finalizado el partido, salimos juntos y quedamos en acercarnos a uno de los pubs cercanos. Mientras vamos andando hablo con Rafael de nuestras ocupaciones profesionales y en ese momento, una vez que le explico, sin mencionar el nombre de la empresa en la que trabajo, el tipo de ocupación que tengo y lo que solemos hacer, me comenta que hace un tiempo a él le entrevistaron en una empresa similar para ver si se incorporaba a la misma. Le pregunto el nombre de la empresa y me dice que se trataba de e-Cultura. ¡Atiza!. Nos quedamos los dos de pasta de boniato cuando le comento que ahí es dónde estoy trabajando ahora mismo.
2.- Domingo 23 de septiembre alrededor del mediodía. Voy paseando por la denominada Milla Dorada de Edimburgo, que transcurre entre el Palacio de Hollyrod y el Castillo que domina toda la ciudad. Entro en uno de los muchos pubs, abarrotados a esas horas de seguidores de Escocia y Nueva Zelanda. Me pido media pinta de Velvet y mientras me la tomo observo en una esquina de la barra a un grupo hablando en castellano, que parecen tener algún problema para conseguir que el camarero entienda su demanda de un botellín de cerveza. Les comento que en Escocia lo de los botellines es un poco complicado. Nos saludamos, preguntamos por nuestros respectivos lugares de procedencia y, ¡nueva sorpresa!. Él es de Cáceres y su mujer de Badajoz. Él es el ex-presidente de la Federación Extremeña de Rugby y aprovecha para enseñarme, lleno de orgullo, la fotografía que se acaban de hacer con una de las figuras actuales de Nueva Zelanda, Joe Rokocoko, al que se acaban de encontrar nada más bajarse del coche.
Si estos ejemplos no ilustran la teoría del pañuelo, que venga Pazuzu y lo vea.
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