Sobre la tremenda catástrofe de Haití, que se ha unido a la desastrosa situación del país antes del terremoto, se ha escrito y dicho casi todo. Por lo tanto no es mi intención insistir en ello. Lo que quiero con estas líneas es comentar uno de esos momentos de emoción que a veces surgen inesperadamente y que te dejan casi paralizado.
Ocurrió en la tarde del viernes, mientras escuchaba el programa de Gemma Nierga en la Cadena SER. Entrevistaba a uno de los bomberos de la Comunidad de Madrid que acababan de regresar de Haití. El hombre explicaba, con tono sensiblemente cansado, lo que había visto y vivido. Destacaba el enorme trabajo y esfuerzo de hombres y mujeres deplazados al país caribeño para participar en las labores de rescate: bomberos de varias comunidades autónomas, médicos catalanes, ertzainas, policías nacionales, etc. Para todos ellos tenía palabras de elogio.
Casi al final de la entrevista, Gemma Nierga le preguntó por lo que más le había impresionado y el bombero, sin dudarlo un instante, dijo que el ver las escuelas absolutamente arrasadas, que no quedaba ni una sola en pie. Y a continuación recordó que había recogido de una de ellas un estuche escolar, un plumier, y que se lo había llevado para dárselo, a la vuelta, a sus dos hijos, para que siempre recordaran la importancia que tiene la educación para el desarrollo de un país, y apreciasen lo afortunados que son. En ese momento al bombero se le quebró la voz y ya no pudo continuar. Se hizo un silencio en el que cientos de miles de oyentes seguro que sintieron la emoción contenida de todos los que estaban en antena. A mí, personalmente, se me encogió el alma, sentí una tremenda opresión en la garganta y noté que los ojos me enrojecían. Tras unos instantes eternos, el silencio en radio pesa como una losa, el programa consiguió continuar.
Resulta muy edificante, y una auténtica lección, que un hombre como este bombero, que ha visto la cara más dura de la tragedia, sea capaz de una reflexión tan lúcida como esta, poniendo a la educación y a la cultura en el centro de las esperanzas de futuro de Haití. Recordándonos a todos que, sin ambas cosas, las personas apenas somos nada y las sociedades están condenadas al fracaso más estrepitoso, como ya lo era Haití antes del terremoto.
1 comentario:
has leido lo que ha escrito un tal Salvador Sostres sobre que a veces la tierra menstrua y está bien que mueran?
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