sábado, 26 de mayo de 2018

El Teniente Blueberry: desobedecer para preservar la paz


La imagen de Blueberry se inspiró en la del actor Jean-Paul Belmondo
Belmondo inspiró a Blueberry
El concepto de obediencia debida siempre me ha parecido una excusa tras la que esconder la cobardía. Al amparo de la misma, a lo largo de la historia, se han cometido, o se han permitido, enormes barbaridades. Viene a cuento esta breve reflexión, porque este es uno de los hilos argumentales de los primeros álbumes de uno de los grandes clásicos de la historieta contemporánea: El teniente Blueberry. Con guiones del belga Jean-Michel Charlier (Buck Danny, Jim Cutlass, Michel Tanguy, La Patrulla de los Castores) y dibujos del francés Jean Giraud, probablemente más conocido por su alter ego fantacientífico, Moebius, esta serie debutó hace casi 55 años en la páginas de la revista Pilote.

Siempre he tenido una gran deuda con El teniente Blueberry, pues ha sido una saga que nunca he conseguido leer de forma continuada y ordenada. La revista Bravo, que es donde comenzó a editarse en España por parte de Editorial Bruguera, no estaba entre mis preferidas y por eso solo leí algunos capítulos aislados. Posteriormente, en distintas publicaciones, fui picoteando un poco por aquí, un poco por allá, algún álbum aislado -de la edición completa realizada por Grijalbo- pero sin profundizar.

Afortunadamente, Norma Editorial me está permitiendo saldar esta vieja cuenta, gracias a la edición integral que está publicando, de la que ya han aparecido cuatro volúmenes.


A ritmo de gran western

Blueberry se revela contra el genocidio indio
Cada uno de los tomos reúne tres álbumes, publicados con el material y en el orden original de la serie, es decir, comenzando por Fort Navajo. Además, les acompañan varios artículos y documentos sumamente interesantes, que te permiten conocer mejor los entresijos de su creación y de sus autores.

Tengo que admitir que ha sido una auténtica gozada sumergirme en el ambiente que hace más de cinco décadas crearon Charlier y Giraud. Desde el punto de vista narrativo, el pulso de la historia es realmente trepidante y te envuelve, casi sin darte respiro. Sin entrar en comparaciones, señalar que poco tiene que envidiar El teniente Blueberry a los grandes clásicos del cine del Oeste, como La diligencia, Solo ante el peligro o Río Bravo.

Una de las cosas que más me han sorprendido es la modernidad de muchos de sus planteamientos. A lo largo de los primeros 10 álbumes, desde el ya mencionado Fort Navajo, hasta El general “Cabellos Rubios”, se muestra la permanente tensión entre la obligación del teniente de obedecer las órdenes de sus superiores y su voluntad de evitar, en lo posible, la guerra contra las tribus indias. Eso le lleva a reiteradas indisciplinas, a diversos arrestos, a estar rayando constantemente la expulsión de la caballería estadounidense. Blueberry se enfrenta a superiores déspotas y racistas, que lo único que quieren es aniquilar a toda costa a los indios, aunque sean mujeres, ancianos y niños desarmados. También se las tiene que ver con otros superiores que, en la lucha de grandes intereses económicos que supuso la construcción del ferrocarril de costa a costa, no dudaban en propiciar la guerra con los indios para obstaculizar a la compañía competidora. En definitiva, Blueberry pone en jaque permanentemente el concepto de obediencia debida, al que no quiere someterse para no estar justificando, con su pasividad, el genocidio sobre el que se sustentan, en buena medida, los Estados Unidos.


La espiral del desengaño 
De álbum en álbum, de historia en historia, vamos viendo como poco a poco se va resquebrajando la confianza del teniente en todos aquellos valores que se suponen inherentes a la nación por la que está luchando. Es más, en ese camino, magistralmente escrito por Charlier y dibujado por Giraud, las acciones de Blueberry, por más bienintencionadas que sean, se vuelven paulatinamente contra él, enredándole, más y más, en una madeja de la que solo tiene una escapatoria: abandonar el ejército, desengañado y asediado por superiores tiránicos. De hecho, ese camino de desengaño tiene su culminación en el décimo álbum, el ya mencionado El general “Cabellos Rubios”, que es el primero que se incluye en el cuarto y último tomo integral publicado hasta el momento. Precisamente en este episodio, respondiendo a su sentido del deber, salva de una muerte segura a uno de los jefes que más le ha humillado, el general McAllister. Pero aplicando el viejo refrán que dice haz un favor a alguien y te ganarás un enemigo, su acción no tan solo no le es reconocida, sino que incrementará el odio hacia él del general. Un superior del que el teniente opina que no es más que un arribista sin escrúpulos, además de ambicioso y conchabado con políticos corruptos.

¿Una aventura de historietas de 1968 o un retrato de la actualidad del mundo en 2018? Buena pregunta. Por si acaso les invito a disfrutar de un buen rato, y reflexionar también, leyendo las peripecias de este singular personaje que es el Teniente Blueberry.    

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